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martes, 19 de noviembre de 2024

Frente a la COVID-19 se imprimen nuevas soluciones… y relaciones

Un grupo de ‘hacedores’ solidarios han fabricado piezas de repuesto para equipamiento hospitalario. Esta experiencia de trabajo está “imprimiendo” además un modelo de colaboración sin precedentes en Cuba, entre trabajadores por cuenta propia (TCP) e instituciones estatales...

Anneris Ivette Leyva García en Exclusivo 05/05/2020
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Protectores Faciales
Personal de salud con los Protectores Faciales fabricados por el grupo. (Cortesía del entrevistado).

Abel Bajuelos Rizo coordina un grupo de ‘hacedores’ solidarios integrado por personas de varias especialidades y regiones del país, los cuales se interrelacionan a través de redes de mensajería instantánea. Algunos de ellos jamás se han visto frente a frente, pero la distancia no ha impedido que conecten en el propósito de ayudar, de la manera que saben y pueden, en la lucha que libra el país contra la COVID-19.

Tras buscar, vía internet, los diseños óptimos e introducirles modificaciones para ahorrar material, han fabricado piezas de repuesto para equipamiento hospitalario, máscaras protectoras y otros utensilios (como salva-orejas para evitar las molestias causadas por los elásticos de los nasobucos o aditamentos para eludir el contacto frecuente con los picaportes). Todos los elementos anteriormente mencionados han sido producidos por medio de la manufactura aditiva o impresión 3D.

Esta experiencia de trabajo, a distancia, con elevados flujos de información digital y un alto componente de automatización, está “imprimiendo” además un modelo de colaboración sin precedentes en nuestro país, entre trabajadores por cuenta propia (TCP) e instituciones estatales.

Antes de la pandemia las relaciones que primaban entre ambas formas de gestión eran reguladoras (el Estado normaba las políticas para los TCP y velaba por su cumplimiento) o comerciales (el Estado contrataba algunos servicios y productos a las nuevas figuras).

Sin embargo, la extrema singularidad del contexto epidemiológico y la urgencia por resolver diversas problemáticas, así como la vocación humanista de los cubanos (sin importar a qué modelo de gestión tributen) ha revelado que existen otras maneras de imbricarse, de manifestar la unidad, de trabajar por el bienestar de un país que empujamos entre todos.

Es muy largo el camino que condujo a Abel Bajuelos Rizo a convertirse en cuentapropista y a liderar un grupo de makers (personas que responden a la cultura en auge del hágalo-usted-mismo y resuelven necesidades productivas a pequeña escala, con ayuda de las tecnologías de la comunicación y la automatización). Al menos en apariencia, resulta el suyo un trayecto muy azaroso si pensamos que sus inicios no fueron en el diseño, la ingeniera o la informática, sino en el pentagrama.

“La música fue mi primer emprendimiento –comenta en entrevista gestionada conjuntamente para la Oficina Nacional de Diseño (ONDi) y Cubahora-; eso me queda más claro ahora, mirando en retrospectiva. La extraño mucho, me sigue apasionando y me acompaña siempre. Me enseñó el rigor, la importancia de la atención por los detalles y lo sutil. Sobre todo, me educó en la constancia y disciplina: si te quieres desempeñar como músico en uno de los tres países que constituyen plataformas musicales de este lado del Atlántico (EEUU, Brasil y Cuba) y sobre todo en el que más cantidad de talento y géneros musicales por metro cuadrado y densidad de población tiene, es obligatorio desarrollar estas dos últimas, no importa cuánto talento innato poseas. Además de la creatividad, estas son cualidades imprescindibles también para el diseño.

“Obviamente, yo veo desde que nací, pero empezar a leer sobre diseño me enseñó a mirar, de momento, formas, colores, texturas y luz; todas estas variables se me revelaban con vida propia y mejor, susceptibles a ser moldeadas, acomodadas y relacionadas a voluntad. En esta actividad, en su significado más amplio, me encontré con lo que para mí son epifanías; de momento descubrí que todo lo que dábamos por sentado había sido diseñado. Sin el más mínimo asomo de adulación o fanatismo, hoy estoy convencido de que es un saber que debería impartirse en las escuelas, desde muy temprana edad.

“Los dos caminos, el de la música y el diseño, son una búsqueda; por lo tanto, el cambio fue mucho más natural de lo que mucha gente se imagina, incluyéndome.

 “Comencé en el cuentapropismo en diciembre del 2011, cuando regresé al país -después de haber estado algunos años fuera- motivado por la aprobación de nuevas formas de gestión. Casi toda mi familia reside fuera de Cuba, pero a mí me resulta muy difícil la idea de vivir de forma permanente en otro lugar.

“Inicié con una pequeña sala de videojuegos profesional, en un garaje, se llamaba Habanastation y contó con un éxito rotundo desde que abrimos.  Nunca tuvimos un altercado o problema, ni con los usuarios ni con los vecinos. Teníamos clientes desde 7 a 40 años, un reglamento estricto, cero malas palabras, cero lenguaje soez, cero postura incorrecta en las estaciones de juego, cero entrada al local con uniforme, cero juegos con argumentos o contenido ofensivo… Habíamos comenzado a organizar un proyecto para apoyar a niños y adolescentes con problemas de conducta o casos sociales del barrio cuando se prohibió la actividad -a mi criterio, de manera tajante e irreflexiva- mezclándola con los llamados ‘cines 3D’.  

“Siempre consideré la frase ‘lo que sucede conviene’, en extremo contraproducente y peligrosamente conformista; pero hoy puedo decir que descubrí esta nueva pasión que se llama diseño y estoy respondiendo estas preguntas como consecuencia directa e inequívoca de aquella prohibición. La vida y sus lecciones…

“Actualmente, gestiono un pequeño taller que brinda servicios de fabricación digital, fundamentalmente a partir de manufactura aditiva, que es el término ‘oficial’ de lo que comúnmente se conoce como impresiones 3D, bajo la figura de productor vendedor de artículos fundidos.”

-¿Cómo fue que se inició su colaboración con el Centro de Neurociencias de Cuba (CNEURO), con el cual usted mantiene un contrato como cuentapropista hace varios años?

-Creo que en ese Centro fue donde primero se empezó a utilizar la manufactura aditiva para soluciones industriales en el país. Varios de sus trabajadores conocieron del taller que gestionaba y les sorprendió mucho lo que se estaba haciendo y las soluciones que se estaban aportando a partir del equipamiento ‘de escritorio’ (como también se le llama a esta tecnología). Casualmente, uno de ellos vive cerca de mi casa y compartíamos un amigo común, conectar fue cuestión de tiempo. Su nombre es Boris León, actualmente es el director de Desarrollo de la Oficina Nacional de Diseño (ONDi) y fue pionero aquí en el uso de equipos de manufactura aditiva; lleva 

muchos años luchando por la visualización de la tecnología y sus bondades para un país como el nuestro. Gracias a él llevamos tres años de trabajo en CNEURO. También me asesoró y exhortó a que presentara mi portafolio de proyectos ante la ONDi, en buena medida gracias a él hoy tengo un carnet del Registro de Diseño.

-¿Cómo cataloga el aporte del diseño en esta experiencia liderada por usted y, en general, en los procesos de fabricación aditiva (donde pareciera que ya todas las soluciones materiales existen y circulan libremente por internet)?

“Ha sido decisiva la experticia y capacidad de los diseñadores cubanos. Su sentido crítico, creatividad y capacidad para hacer viables soluciones nuevas, han sido de las más importantes herramientas en estos tiempos.

“En la segunda revolución industrial el protagonista fue el ingeniero; en la revolución de la información, el informático. Hoy, vivimos varias revoluciones tecnológicas y sociales, convergencia de adelantos tecnológicos, crisis en todas las dimensiones de la existencia humana, agotamiento del sistema mundo y, por supuesto, crisis medioambiental, todo a la vez.

“No reconozco mejor profesional que el diseñador para sortear estos tiempos tormentosos y navegar hacia soluciones en este mar de incertidumbres en que se ha convertido la realidad.

“A tono con esto me gustaría traer a colación el libro del profesor Ezio Manzini Design, when everybody Designs: An introducción to Design for Social Innovation. En esta obra, a mi criterio obligatoria no solo para los profesionales del sector, el investigador y diseñador comienza diciendo: Este es un libro sobre diseño y cambio social en un mundo interconectado en transición hacia la sostenibilidad: un mundo en el que todos constantemente tenemos que diseñar y rediseñar nuestra existencia, no importa si lo queramos o no; un mundo donde muchos de estos proyectos convergen y propician el nacimiento de enormes cambios sociales; un mundo donde el rol del diseñador profesional es alimentar y apoyar estos proyectos individuales y colectivos, por ende los cambios sociales que estos pueden potenciar’.

“El autor explora los conceptos de diseño difuso y diseño experto, comenta sobre la capacidad inédita para buena parte de la humanidad de tener acceso a información y medios para modificar-desarrollar su entorno individual y comunitario y cómo el diseñador profesional está llamado a ser el facilitador de estas dinámicas, encausando estos flujos hacia significados más humanistas.

“En un capítulo anterior y a tono con la experiencia del taller, expone: Una línea interesante de evolución para el experto del diseño, es la evolución hacia la difusión de microempresas basadas en la noción del diseño abierto y producción distribuida: un modo de diseño donde los diseñadores son, al mismo tiempo, diseñador, "Makers" y emprendedor. Esta tendencia es muy interesante porque, lejos de significar una proliferación de pequeñas agencias de diseño tradicionales, representan microempresas operando en redes de valor abiertas y distribuidas’.

“Para cerrar comenta sobre dinámicas de fabricación distribuida: viene de la convergencia de innovaciones en el campo de la producción (con máquinas nuevas, pequeñas y efectivas) y redes sociales (con posibilidades sin precedentes de integrar, diseñadores, fabricantes y usuarios). El resultado es una experimentación a escala global, diseño high-tech y sistemas de fabricación capaces de apoyar nuevas formas de diseño abierto y microfábricas en red (como las propuestas por el ecosistema Fab Lab y el movimiento Maker).’

“Aunque los análisis del autor no profundizan en las relaciones de poder en este sistema mundo interconectado, considero en extremo provechosas estas ideas y conceptos para enriquecer el debate sobre desarrollo local en nuestro país, donde una vez más el diseño es la parte más importante de la ecuación.”

-A través de la Empresa de Automatización Integral CEDAI, la cual también participa en el grupo de trabajo digital que usted coordina, la Oficina Nacional de Diseño entregó 65 rollos de filamento de PLA, como apoyo a las producciones que se venían haciendo. Concretamente, ¿en cuántas máscaras protectoras puede traducirse este aporte?

Por cada rollo de material, como el facilitado por la ONDi, se imprimen en 3D entre 35 y 40 viseras del modelo que escogimos. Hasta hoy, entre las que se han entregado y las que se están ensamblando, suman un total de 1780 viseras fabricadas mediante impresión 3D por una veintena de equipos distribuidos por todo el país. De paso, quisiera comentar que el modelo que seleccionamos fue avalado por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) de España.

-En entrevista con el sitio digital Cubadebate, usted afirmó que la respuesta de las instituciones estatales ante la labor que desempeñan había sido “ágil y de apoyo total”. Aseguraba, además, no tener “conocimiento, en este ámbito, de una interacción TCP-Estado tan fluida y dinámica”. Recientemente se han constatado experiencias similares con otros cuentapropistas que, mediante procesos de manufactura, han igualmente producido viseras para donar al sistema de salud, y han podido contar con el respaldo de entidades estatales, así como de organizaciones políticas y de masas. ¿Precisarían, en la actualidad, de otro tipo de colaboración, tanto material como intelectual, para continuar con su aporte al enfrentamiento a esta pandemia?

-Necesitaríamos que se mantuviera la entrega de material. Mientras haya, seguiremos produciendo de manera voluntaria viseras o cualquier otra cosa que necesite el país, para acabar de sobreponernos a esta situación. En el grupo de trabajo conjunto también se coordina la compra y entrega, por parte de alguna institución, de partes y piezas para nuestras impresoras que pudieran sufrir deterioro. Hay conciencia todo el tiempo de lo que este régimen contante de fabricación puede representar para nuestros equipos y se está actuando al respecto.

“Los beneficios de la colaboración TCP-Estado se encuentran a la vista y seguro hay muchos más por descubrir; esperemos que este sea un grano de arena en el empeño de actualización económica del país y en el cambio de mentalidad del que tanto oímos hablar.”

Las respuestas de Abel Bajuelos Rizo son pertinentes y eficaces, como nacidas del buen diseño que lo apasiona y fluyen armoniosamente, como la música que no ha dejado de extrañar.

Él y sus colegas makers, junto a las instituciones que los apoyan, constituyen un ejemplo de todo lo que puede lograrse cuando confluyen tecnologías y solidaridad, gestión estatal y no estatal, voluntad política y ciudadana.

Ojalá que esta nueva forma en la que se concreta la unidad de los trabajadores cubanos no devenga en excepción de contingencia, sino en norma. Cuando nos juntamos para hacer el bien –como deseaba Martí que hicieran los niños, al menos una vez por semana- lo mejor de nosotros emerge; eso lo demuestra la historia de Cuba, se constata hoy frente a la COVID-19, y tenemos el deber de continuar reafirmándolo luego, en la ‘era’ postpandémica.


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Anneris Ivette Leyva García

Licenciada en Periodismo (2008) y Máster en Gestión de Diseño (2021). Integrante del proyecto creativo de comunicación y diseño Estudio Formato y de su Observatorio de Comunicación Política. Colaboradora de Cubahora y de la revista cubana de diseño La Tiza.


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