CIEGO DE ÁVILA.-La «Vuelta» es una novela. Tiene de todo. Desde capítulos monótonos, cuando nadie en el pelotón se embulla a zafarse y parece que todos se confabularon para hacer turismo sobre ruedas; hasta otros en los que no hay tiempo ni para tomarse un trago de agua. Hay actores tímidos, y los hay temerarios.
Este fin de semana (sábado y domingo), hubo carretera (311 kilómetros) para vivir un poco de todo. Pero lo más que hubo fue emociones, fugas, embalajes, y al final, el tunero Jans Carlos Arias pasó a comandar el giro, aunque para ello se quedó deshidratado al llegar a Ciego de Ávila.
Quien pensó que iba a «pasear» en bici, supongo que se quedaría con los deseos de deleitarse con la naturaleza, aunque los paisajes no son de los más exuberantes. Después de la Gran Piedra, hay que esperar al martes para ver a los ciclistas con dos metros de lengua afuera en el ascenso a Topes de Collantes, la otra joya natural del giro.
El sábado, Jans Carlos, el mismo que ganó el circuito en la ciudad de Guantánamo, se convirtió en el primero este año en subir par de veces a lo más alto del podio del Clásico, y estuvo a punto de repetir el éxito en la jornada siguiente, pero las fuerzas no le alcanzaron para tanto. Sin embargo, logró entrar en el grupo de seis escapados y con ese resultado se puso la camiseta amarilla.
Lamentablemente, él cayó, desfallecido, unos metros después de cruzar por la línea de sentencia, y varios kilómetros antes de la meta les tocó a Vicente Sanabria y José Mojica, quienes se vieron enrolados en una caída masiva, que además de algunos golpes, les impidió recortar diferencia con respecto a los fugados.
Luego del descanso de este lunes, se correrá una larga etapa que finalizará en Topes de Collantes, a cerca de 800 metros sobre el nivel del mar, tras pedalear 167 kilómetros.
Según las características de los atletas, nuevamente Sanabria y Mojica, primeros en llegar a la Gran Piedra y actuales escoltas de Jans Carlos en la clasificación general individual, a 14 y 33 segundos, respectivamente, son los favoritos para ganar la séptima etapa, dadas sus habilidades como escaladores.
COSAS DE LA VUELTA
Ya van apareciendo las historias curiosas y quijotescas de este giro. La del guantanamero que compite por Ciego de Ávila, Hamel de La Cruz, es una de ellas. Al muchacho, que el mes que viene va a cumplir 19 años, se le rompió la cadena de su bicicleta después de la Loma de Puerto Moya, a 21 kilómetros tras salir de Santiago de Cuba con rumbo a Bayamo.
Hizo la seña reglamentaria y se la cambiaron, pero resulta que la nueva tenía otra forma en los pedales y las zapatillas de él se resbalaban. ¿Qué cree usted que hizo Hamel? Pues, sí, eso mismo, se quitó los zapatos, los guardó entre la camiseta y el pecho, y siguió rodando en medias.
Iba en un grupo que se había escapado, pero en esas condiciones no pudo avanzar como hubiese querido. Estuvo cerca de 40 kilómetros en esas condiciones, mientras los mecánicos de su equipo arreglaban su bicicleta.
En esos momentos ni se miraba los pies, bastaba con el dolor que sentía para saber que iba en medias. Después le devolvieron su bici y volvió a calzarse como es debido, pero para entonces el único premio que ganaría en esa etapa era el del estoicismo. Para mí, y que no se ponga bravo nadie, fue el ganador del día.
Cuenta que estuvo toda la tarde y la noche con la planta de los pies ardiendo, pero que al otro día estaba entero. Sin mucha bulla, Hamel sigue en la carrera, y por detrás de él aparecen 35 ciclistas en este Clásico cubano, en el que quedan 81 pedalistas. Bien por él.
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