Industriales es uno de los equipos insignias de la liga cubana de béisbol. Es el más laureado y, probablemente, el más emblemático de su historia; aunque quien escribe no gusta de absolutizar.
Lo que si resulta innegable es que los llamados Azules de la Capital levantan pasiones en parciales y contrarios, y su plantel ha sido cuna de grandes figuras de nuestro deporte nacional, célebres por su talento y entrega en el terreno.
Uno de los peloteros más trascendentes de los últimos tiempos de su nómina es, sin dudas, Carlos Alberto Tabares Padilla, quien sobresalió tanto por sus cualidades deportivas como por su liderazgo. El mítico #56 es uno de esos azules de corazón, que tras 25 temporadas dejó su huella, con el agregado de haber capitaneado al equipo de Industriales durante 15 contiendas.
A continuación, compartimos diez ideas de Carlos Tabares sobre el béisbol, fragmentos de la entrevista concedida en la peña deportiva En Caliente que cada jueves alberga el restaurante La Fela, en la barriada habanera de Luyanó.
—Tabares, ¿el mayor industrialista?
—Así me considero, porque estuve 25 temporadas con los azules. De cerca me sigue Lázaro Vargas con 22 y Frank Montieth, que también estuvo mucho tiempo. Pero el resto pasó por los Metropolitanos, y nosotros solo fuimos azules.
—La eliminación en semifinales ante Camagüey…
—Lo sufrí, yo soy azul. Hay factores que inciden, muchos factores. Industriales perdió porque Camagüey fue mejor en el terreno, no solo en este playoff, sino durante toda la serie. Supo aguantar la presión, las bajas del Premier 12 y se mantuvo arriba.
“Podemos buscar muchos detalles que incidan en el marcador de uno u otro partido, pero ellos fueron mejores. Tuvieron líderes, gente que tiró del carro como Leslie Anderson o el mismo Yorbis Borroto.
”Lo que hicieron en el Latinoamericano condicionó el desenlace de este enfrentamiento. Porque dicho en buen cubano, los camagüeyanos se rieron del Latino… hay que estar claros, no creyeron en la presión de un estadio lleno.
”Lo hicieron mejor que nosotros, había un equipo muy unido que tuvo éxito en sus estrategias y ganaron en muy buena lid este playoff”.
—¿Revertir los fracasos en éxitos? La génesis del #56
—Con 16 años me decepcioné de todo porque me dejaron fuera de una preselección del equipo Cuba para la que hice méritos suficientes. Estaba ahogado en llanto y como consuelo me regalaron una camisa del equipo con el número 56. Legué a mi casa y les dije a mis padres que no iba a jugar más pelota, que me rendía ante aquella desilusión.
“Una semana después, mi mamá y mi difunto padre se sentaron conmigo y me animaron, porque realmente era solo una batalla la que había perdido y era mi comienzo. Entonces ahí, con esa camisa en la mano, les prometí que íbamos a hacer grande ese número, y esa es la historia del 56 que vestí toda mi vida.
”El 28 de diciembre de 1992 me llaman al equipo de Industriales para ir a una subserie con Cienfuegos. Recuerdo que cuando me subí a la guagua y vi a todas aquellas estrellas juntas se me hizo un nudo en la garganta del orgullo. Ese año fui 27 veces al bate y di 8 jits, eso me dio la confianza de decir: creo que puedo.
”Al año siguiente hice equipo, pero no era regular. Cuando me dieron la oportunidad fue ante Pinar del Río, frente a Omar Ajete y Pedro Luis Lazo me fui de 8-0, con cinco ponches. Imagínate, de nuevo para el banco. Solo no dejé de prepararme y perseguí el sueño siempre. Esa ha sido la tónica de toda mi carrera, trabajar por los sueños sabiendo que el camino nunca es fácil”.
—¿Cómo llegar a ser un buen bateador?
—Cada bateador debe conocer sus potencialidades. Yo, por ejemplo, era un bateador de tacto, y trabajé sobre eso para ampliar mi rendimiento. Me propuse fortalecerme y aprovechar mi tacto para conseguir nuevas metas desde el punto de vista del bateo.
“Al cajón de bateo hay que ir a tratar de chocar la bola, conectar y moverla. Los turnos al bate se preparan con tiempo. Hay que ser consciente de lo que puedes hacer y tratar de hacer eso en primer lugar. No puedes ir ahí a fajarte con las super sliders, a querer dar un jonrón cuando tu potencialidad es conectar de jit. Y en mis tiempos se acentuaba esto porque había una gran cantidad de lanzadores estelares y no había margen para improvisar mucho.
”Pitchers como Norge Luis Vera o Pedro Luis Lazo me consideraban un bateador difícil, y era simplemente por eso, porque yo tenía mis metas y en eso me enfocaba”.
—¿A quién te costaba más trabajo conectarle?
—Mira, no te puedo dar un nombre porque yo siempre intentaba usar todos mis recursos… si no le pegaba, trataba de mover el bate, tocar la bola, usar mis piernas… Y lo más importante es que yo jugaba para divertirme, nunca imaginé un juego de pelota en el que me iba a ir de 4-0.
—Ídolos…
—Mi pelotero es Javier Méndez. Pero en el terreno confieso que me fijaba mucho en Víctor Mesa, por su agresividad (en el buen sentido de la palabra) y su forma de jugar al béisbol. Y es importante no confundir el jugar caliente y provocar un poco, con el hecho de faltar el respeto.
“Yo nunca le falté el respeto a nadie, ni a un contrario, ni a un compañero, ni a un árbitro. En 25 años a mí me expulsaron dos veces, una por un gesto que hice y otra cuando Vera me dio el pelotazo que me partió el dedo y Nelson Díaz me expulsó cuando tiré el casco… aunque esta nunca la he considerado como una expulsión porque solo fue un gesto que hice por el dolor.
—¿Cómo se vive el ser campeón nacional?
—De 12 títulos que tiene Industriales estuve activamente en cinco y uno más en el que era parte del equipo, aunque no jugué mucho.
“Son sensaciones únicas, sobre todo cuando sientes que estás ahí, que 50 000 personas están coreando tu nombre. Cuando eso me pasó, yo tuve que salir del cajón de bateo y respirar profundo porque no tengo palabras para describir lo que llegué a sentir.
”Cada campeonato tiene historias diferentes, historias lindas que se viven intensamente. El campeonato del 2003 fue difícil porque tuve que reponerme de la muerte de mi padre, ahí en esa final pegué un jonrón ante Villa Clara y es la primera vez que señalo al cielo, en homenaje a mi papá”.
—¿Las decisiones de los árbitros llegan a cambiar el destino de un partido?
—Yo creo que sí porque influye en el estado de ánimo de un jugador o del equipo en general. Pero fíjate que la mayor virtud está en que el jugador y el equipo esté preparado para revertir cualquier situación de este tipo. Esa es la profesionalidad que a veces nos falta.
“Podemos culpar a los árbitros de esto u aquello, pero si revisas el juego vas a ver que los atletas también nos equivocamos, que le tiramos a bolas malas, hicimos un tiro desviado, corrimos mal las bases o no conectamos a la hora buena. Eso pasa porque todos somos personas, los árbitros y nosotros.
”Con temas de reglamento mal aplicado es diferente porque son cosas que están escritas y se deben aplicar como tal, por lo que es casi imperdonable que alguien se equivoque con eso, pero una decisión de apreciación te puede afectar, pero no debe ser la justificación sobre el trabajo completo. En el béisbol cubano nos falta anticipación, y eso es lo que lleva a culpar más a los árbitros de las cosas que pasan.
”Además, hay que aplaudir que los árbitros han ganado en la profesionalidad de tomar sus decisiones y quedarse al margen de lo que pase. Hace unos años, no tantos, los árbitros te encaraban después de la decisión; ahora te dan la espalda, como tiene que ser”.
—Ser capitán…
—Implica poder hacer que todos tus compañeros te sigan sobre una línea de trabajo que incluye disciplina deportiva y capacidad de trabajo. También hay que tener un carácter que te lleve a tener cierta jerarquía, que la dirección te permita ser líder y que los atletas aprecien esa cualidad en ti. Pero, por sobre todo, hay que ser ejemplo, porque eres de muchas maneras la bujía del equipo y hay que actuar como tal.
—¿Dirigirás los Industriales?
—No es mi momento. Estoy trabajando por superarme profesionalmente. Ahora tengo la maestría y quiero seguir con el doctorado; esa es mi prioridad. Yo puedo dirigir con 50 años y ratifico que quiero hacerlo, pero este no es el momento porque tengo otras metas con mi vida.
“Quiero hacer esto ahora, para cuando llegue la oportunidad, tener más conocimientos y equivocarme un poco menos. Todavía me faltan herramientas”.
—El pitcheo es el talón de Aquiles de la selección de la capital. ¿Qué harías para revertir esa situación?
—Haría una selección de talentos de acuerdo a sus funciones. Les daría oportunidad de lanzar en diferentes situaciones. La presión de ganar es la que más daño nos hace, porque los muchachos no siempre tienen oportunidad continua de probarse, de demostrar. Hay que creer en los muchachos, dejarlos lanzar, y permitirles equivocarse.
“El problema del pitcheo en La Habana no es el talento. Hay que hurgar profundo porque talento hay, lo que nos falta es trabajo y, sobre todo, continuidad”.
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