Reza un viejo dicho que plaza sitiada, plaza tomada. La filosofía bélica se ha equivocado pocas veces con este concepto y ya sabemos que el mismo se pone en práctica hoy en día, cada vez con métodos más o menos refinados.
Por eso, cuando un elenco cubano de cualquier deporte sale, comienza el asedio. Y ya los Tigres de Ciego de Ávila son parte de ese cañoneo incesante con toda una artillería pesada destinada a ver quien salta desde los muros para entregarse.
Asedio que comenzó desde el momento en que se les impidió entrenar en la Academia de los D´Backs de Arizona, hasta la presencia de los scouts en el hotel donde se hospedan. Sí, están dentro del hotel, lo que lo hace más preocupante aún, pues la seguridad de nuestros atletas va a estar constantemente a prueba para evitar deserciones, las cuales han ocurrido a veces delante de las narices de los más avezados y cuando menos se esperan.
Ha sido bastante raro lo que hemos visto apenas en el primer día en relación con el equipo cubano, ya que este tipo de tensiones pueden afectar sicológicamente a los jugadores, quienes ya van más presionados por su condición de campeones defensores.
¿Las razones de la imposibilidad de entrenar? Una sola. Por increíble que parezca, para quienes esperaban que fuera a causa de un mandato de la Major League Baseball (MLB) con respecto al tema del bloqueo, se sorprenderán cuando el alegato es que de permitir el entrenamiento de Cuba allí, los ojeadores de Arizona se verían privilegiados a la hora de hacer sus pesquisas entre los integrantes del equipo antillano.
O sea, que estamos pasando, en mi modesto modo de ver, del asedio taimado y por debajo del telón a una provocación oficial y abierta, que lejos de “perjudicar por medio de lo justo” a los Diamond Backs, solo termina actuando en detrimento de los cubanos y su desempeño que tendrá estreno esta tarde.
Por lo de la gente en el hotel, asociados de primera mano al comercio de atletas, debería ser algo a lo que se está acostumbrado, solo que esta vez el peligro está más cerca. Y ojo, no se debe convertir la vida del equipo cubano en un estado policial, cosa que sería incluso más perjudicial que los propios scouts, sino que se debe abordar el asunto con inteligencia. Sabemos que hay más de una manera de sacarle presión a la caldera.
Así, no queda más que revisar los planos y analizar cuáles pueden ser las fisuras en la muralla, pero no en la nuestra, sino en las barricadas y trincheras de las que dispone el contrario para rendirnos. Luego, salir a jugar y ganar, que es lo que nos importa en realidad.
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