SIN EDITAR
No ganó títulos olímpicos, mundiales ni continentales, ni siquiera su nombre aparece en las estadísticas de quienes siguen las incidencias del boxeo a todos sus niveles. Más cuando en Cuba se hable del viril deporte de los puños habrá que tenerlo bien presente.
Hago referencia a Luis Felipe Pincho Gutiérrez el hombre que llevó al genial “Kid” Chocolate desde las calles del capitalino Cerro a las más encumbradas cúspides del pugilismo mundial profesional.
Al hablar para los lectores en su libro biográfico EL BOXEO SOY YO el “Kid” reconocía: “¿Pincho, mi amigo…? No, mucho más que eso, mi hermano, mi padre. Y lamentaba: “¡si le hubiera hecho caso! Por él fue que llegué”. Sépase que entre manager y boxeador no existió otro contrato que la fuerza de la palabra; tanta era la compenetración, tanta la amistad que se dispensaban uno y otro que jamás medió entre ellos documento oficial alguno.
Pincho no necesitaba del boxeo para vivir. Su padre, dueño de una flota pesquera en Surgidero de Batabanó, le había enviado a estudiar a los Estados Unidos y fue allí donde se ligó al deporte al cual dedicaría el resto de su vida. No solo como manager, también en roles de promotor, dirigente y comentarista.
A pesar de que en ocasiones tuvo que acceder a presiones tácticas con los mafiosos que regían (y rigen) el sucio negocio del boxeo profesional, el carácter indomable que a Pincho le brotaba por los poros ocasionó contratiempos, tanto a él como a la escuadra que dirigía. No plegarse a esa mafia costó que a Chocolate le fuera robado el triunfo frente a Jack “Kid” Berg y Battling Battalino, con este último por la faja mundial de los pesos plumas.
Cuando Chocolate y Pincho regresaron triunfantes de Nueva York en septiembre de 1929, luego de la consagratoria victoria del “Kid” sobre el llamado Rey de los Judíos, Al Singer, el tirano Gerardo Machado les invitó a una cena de honor. No solo faltaron a la cita sino que al partir precipitadamente de nuevo a Norteamérica, Pincho dejaba una carta pública en la cual culpaba al gobierno de los males que aquejaban al país.
Pincho no era un desconocido cuando en 1928 incursionó con Chocolate en el boxeo grande, con una escuadra en la que también viajaron a rines neoyorquinos “Relámpago Sagüero,” Juan Antonio Herrera y Gilberto Castillo. Tres años antes había presentado credenciales en esa misma plaza con una flotilla liderada por el “Black Bill”, el mismo que perdiera en 15 asaltos, corona por medio, ante Midget Wolgast.
No sólo el boxeo, deportista por naturaleza, Pincho Gutiérrez en su juventud remó junto a Julio Antonio Mella en la canoa del Centro de Dependientes y posteriormente con los Caribes de la Universidad de La Habana. Además practicó Atletismo, en especial el lanzamiento de la jabalina por lo cual el espacio radial que conducía como comentarista ante los micrófonos de la Cadena Oriental de Radio, al acogerse al retiro, llevaba el nombre de ese implemento deportivo.
Desde el citado programa arremetía contra los males gubernamentales que lastraban al deporte.
Un golpe bajo del corazón que fielmente le había acompañado en los momentos más difíciles lo puso fuera de combate el 14 de enero de 1957 en su casa del Reparto Almendares. Inconcluso quedaba en su máquina de escribir el último “jabalinazo”.
I Glez
24/5/16 14:22
Hola Elio, una vez mas lo saludo y lo aplaudo magnifica cronica deportiva sin editar como ud menciona de uno de los grandes promotores que existieron en Cuba del deporte antes del triunfo del 59, de que otros segun ud podriamos conocer que ud crea deban de ser conocidos sus actos y divulgadas sus actitudes.
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