Como si de un certamen deportivo se tratara, los acontecimientos de los próximos días pugnan en cerrada competencia por robar cintillos en la prensa cubana y en innumerables medios informativos acreditados en Cuba.
La visita del mandatario estadounidense, Barack Obama; el concierto de la banda británica The Rolling Stones en la Ciudad Deportiva de La Habana y el tope amistoso entre los Rayos de Tampa Bay y la selección nacional de béisbol, son eventos inminentes, cuyo significado individual y a la vez convergente, hará que varios días de la última decena de marzo de 2016 merezcan, inobjetablemente, el calificativo de históricos.
El simbolismo latente en los tres sucesos viene acompañado por el saldo práctico que dejarán cada uno de ellos.
Los encuentros al más alto nivel entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, sin dudas, tendrán el necesario toque de pragmatismo en consonancia con los diversos temas de interés común para ambas naciones. Y, en cuanto a The Rolling Stones, sus acordes probablemente se encargarán de inclinar la balanza más cerca de lo místico que de lo real, según obre lo subjetivo en cada receptor de su música.
Sin embargo, el partido de béisbol entre Cuba y Tampa Bay, además de su connotación simbólica, tiene un valor utilitario importante. Para el seleccionado cubano, por la urgente necesidad de codearse con equipos de la élite en este deporte, y para Tampa Bay, por la importancia de dar continuidad —en un escenario nuevo, con señales prometedoras para un futuro cercano— a la preparación, antes del estreno oficial del campeonato de las Grandes Ligas.
Llama la atención que el elenco visitante contextualizó el choque frente a la representación de la Mayor de las Antillas dentro de su programa de entrenamiento primaveral iniciado el pasado 2 de marzo, con juegos diarios. Incluso, dos días antes de viajar acá se medirán a los Orioles de Baltimore y un día después —tras su regreso a Estados Unidos— tendrán como rivales a los Mellizos de Minnesota.
Por cierto, en esos encuentros preparatorios exhiben un discreto balance de 8 éxitos y 9 fracasos, lo cual da la medida de que no llegarán a La Habana en óptima forma deportiva.
PRONÓSTICOS
A simple vista, sobre su cuerpo de lanzadores se sustenta con más fuerza el cartel de favorito que acompaña al Tampa Bay y es probable que sea el mayor escollo que deberá superar Cuba en aras de salir airoso en el esperado desafío: Chris Archer, Matt Andriese, Andrew Bellatti, Brad Boxberger, Xavier Cedeño, Alex Cobb, Alex Colome, Danny Farquhar, Steve Geltz, Matt Moore, Enny Romero, Drew Smyly, Ryan Webb y Chase Whitley integran un staff con la calidad suficiente para reducir al mínimo el gasto ofensivo de la artillería cubana.
No obstante, Archer, su serpentinero más virtuoso, es probable que no pise el montículo del Estadio Latinoamericano, pues está reservado para lanzar el día inaugural de la próxima campaña de Grandes Ligas, el 3 de abril.
El mánager Kevin Cash anunció hace unos días que el martes dará la bola al también estelar Matt Moore, un hombre que ha tenido como principal rival a las lesiones, aunque su estadía en la lomita no deberá exceder las tres entradas, pues trascendió que Cash pudiera utilizar de ocho a nueve pitchers en el choque, entre quienes seguramente estará Brad Boxberger, líder en relevos (41) de la Liga Americana el año pasado.
Pero, si bien es cierto que la mayor fortaleza de los visitantes parece estar en sus tiradores, eso no significa que la calidad de jugadores como el antesalista Evan Longoria, el jardinero Kevin Kiermaier —ganador del Guante de Oro en el 2015— junto a figuras como Logan Forsythe, James Loney y Desmond Jennings no sea también un obstáculo difícil para la escuadra anfitriona.
Cuba, por su parte, cuenta con un conjunto conformado por los mejores peloteros la Serie Nacional actual, a quienes se suma ese valioso “décimo jugador” que es la afición.
Mas, visto con objetividad, en las circunstancias actuales del béisbol cubano el éxito sería más tangible e imperecedero si se midiera por el crecimiento que aportan estos topes a la calidad de nuestros peloteros, en lo individual y en lo colectivo. Y, al parecer, estamos en los albores de una etapa propicia para ese tipo de encuentros.
Entonces, si de predicciones se trata, no es difícil constatar que la tropa de Kevin Cash tiene más solidez en su nómina, aunque sin perder de vista que el seleccionado cubano tiene la opción de buscar a toda costa una victoria alcanzable.
Un buen resultado el martes contra los Rayos de Tampa Bay llenará de satisfacción a toda Cuba, pero el premio mayor no está en un triunfo aislado, sino en el regreso al camino exitoso que pudiera propiciar la continuidad de estos de intercambios deportivos. Quizás sea este un modo idóneo para que retorne y perdure el deleite de ver al béisbol cubano en el legítimo lugar que le corresponde.
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