Si una victoria sobre Cuba se celebró como una medalla olímpica, dos seguidas, y ambas por lechada, no las van a olvidar jamás los aficionados al béisbol en Nicaragua, donde anoche su equipo sub-23 se proclamó campeón invicto del campeonato panamericano.
La selección insular quedó en plata, luego de caer en un partido dominado por el pitcheo de punta a cabo y en el que el alto mando de los pinoleros repitió la estrategia de colocar en el box a un zurdo del bullpen, que además, apenas había trabajado en un inning en todo el certamen.
Pero los juegos chiquitos se ganan con pitcheo y defensa. Poco batearon ambos conjuntos en el duelo por el título, incluso, Cuba se anotó dos imparables más, pero en el arte de fabricar carreras los nicas fueron más inteligentes. Encontraron una grieta en la mecánica defensiva de los caribeños y por ahí se colaron para marcar la diferencia.
A los libros no fue la decisión del camarero Juan Carlos López de ir a cubrir la segunda con jugada de corrido y bateo con un bateador zurdo en el cajón de bateo, su movimiento dejó el espacio para un hit que debió ser golpeo doble play o al menos, un out. Esa carrera cuando el duelo no había llegado a la mitad de los siete inning reglamentados hizo, en la práctica, la diferencia entre el oro y la plata.
Pueden adjudicarse otras causas al resultado del partido, como que Rodoleisis Moreno no funcionó como segundo bate, o que el director Sandor Guido fue un artista en el manejo de sus lanzadores, pero no hay dudas de que cuando no se ejecutan correctamente los fundamentos de juego, los costos suelen ser altos.
Que jugara Juan Carlos en la intermedia y César Prieto en las paradas cortas, donde luce menos diestro que en el segundo cojín, fue inducido por la decisión de los pinoleros de emplear pitchers zurdos.
Los anfitriones comenzaron a sacar ventaja en la estrategia antes del play ball. Sabían que Cuba disponía de una buena alineación zurda, pero esparcida entre derechos podía ser menos efectiva y ya lo habían demostrado en el partido anterior, cuando se impusieron por 6-0 en la súper ronda. Repitieron la dosis y les funcionó.
Esta vez, Cuba les colocó en el montículo a un derecho con el plan táctico de mover la bola y emplear todos los pitcheos en rompimiento que pudiera, porque los nicas se habían mostrado implacables con las rectas.
Yankiel Mauri mereció mejor suerte, solo le hicieron una carrera, admitió cuatro imparables, ponchó a seis, pero regaló cuatro boletos, uno de los embasados por esa vía, Benjamín Alegría, logró darle la vuelta completa al cuadro para alegría de sus parciales.
El pitcher cubano hizo lo suyo, ni siquiera necesitó del bullpen, pero sus compañeros fueron maniatados, una vez más por los lanzadores nicas. Primero fue Sheyder García (5.1, 6H, 3K, 1BB), luego el derecho lateral Julio Sevilla (0.1, 1K) y remató el también zurdo Luis Castellón (1.1, 3K).
Ganó el equipo que mejor jugó durante todo el campeonato. Nicaragua no perdió ni un choque en nueve salidas al campo. Su mentor supo buscarle soluciones inteligentes a cada situación y su estrategia no dejaba de prestar importancia al hecho de minimizar los músculos de los contrarios. No se vence solo fortaleciéndose uno, sino también debilitando al rival, y en eso Sandor fue un maestro. Pregúntenle a Cuba.
Una vez más, César Prieto se ratificó como el mejor talento existente en nuestro país en la actualidad. Bateó de 3-3 y terminó con average de .519 (de 27-14), el más alto de Cuba, y fue el único de los dirigidos por Eriel Sánchez que figuró en el Todos Estrellas.
Por el bronce, Venezuela blanqueó a Colombia (9-0) y se apropió del último tique para el Mundial, ganándole al pitcher elegido como el mejor derecho del certamen, Juan Escorcia.
Después de haber quedado fuera del podio en 2017 con un conjunto que lucía más fuerte y compacto que este, resulta esperanzador que la nave insular haya recalado en puerto plateado y con el cupo para la Copa del Mundo sub-23 en octubre próximo en México, que en definitiva era el propósito fundamental en este torneo.
Es cierto que hay sed de oro y nuestras vitrinas siguen secas de ese metal tras los últimos eventos internacionales, donde han sido más las derrotas. Pero no se les puede quitar el mérito a esta hornada de muchachos que deben continuar su aprendizaje y ojalá este resultado no nuble el reto con falsas loas. Queda mucho por delante.
Por ahora, a celebrar, con medida, un podio bien ganado el mismo día en que hay sentimientos encontrados en Nicaragua: sus muchachos conquistaron el oro en pelota sub-23, pero murió el poeta Ernesto Cardenal.
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