El santiaguero Ismael Borrero fue categórico en su primera respuesta: “Yo no soy el último campeón mundial de lucha grecorromana cubano, sino el más reciente”.
El jovencito, 23 años, perteneciente a la categoría de los 59 kilogramos, alcanzó ese deseado pergamino durante la cita del orbe que acogió la ciudad norteamericana de Las Vegas. Y en la continuación del diálogo afirmó: “Fui con la intención de reivindicar la mala actuación en la discusión de la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Toronto no obstante la participación de reconocidos adversarios”.
”Esta vez no equivoqué la táctica. Tomé el tiempo necesario para luchar arriba; tampoco desarrollé una incesante ofensiva. Sencillamente estuve más tranquilo y vigilante para aprovechar todos los errores de mis contrarios. El triunfo me alegró muchísimo. Pero, al mismo tiempo aprendía que todo es posible, siempre y cuando uno tenga la oportunidad para demostrar su calidad y cambiar una negativa imagen.
”Clasifiqué para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Quiero ganar el primer lugar de ese evento y, por lo tanto, firmar un debut por lo alto. Pero, no pienso mucho en aquella competencia, porque me preparo para evadir la presión que existirá en aquel ambiente. Estoy convencido de que en Brasil exhibiré bien mis conocimientos.
”Muchos hablan de la peligrosidad de los luchadores atravesados. Yo también integré ese grupo. Pero, en la nueva sede olímpica estaremos todos los campeones de las grandes lides celebradas en el ciclo. Y será casi improbable para ellos avanzar en aquel organigrama. Pensar en obtener una medalla allá es una reflexión más lógica que referirse a conquistar el título, pues en todo momento enfrentaremos un alto nivel técnico-táctico”.
TRIUNFADOR DESDE TEMPRANO
Borrero se convirtió pronto en un triunfador en su deporte. Ganó todas las competencias de los Juegos Deportivos Nacionales Escolares y las correspondientes a los clásicos juveniles.
El éxito también lo acompaña en el otro nivel del alto rendimiento. Lideró el campeonato panamericano juvenil Guatemala 2012; y el hemisférico escenificado ese mismo año en Colorado Springs, Estados Unidos. En 2013 su quehacer fue así: oro en el panamericano de Panamá, y en el mundial de Hungría, y en el campeonato nacional. Al año siguiente encabezó la clasificación general de los Centroamericanos y del Caribe de Veracruz, México; terminó en el quinto escaño del mundial de Uzbekistán. Nunca, absolutamente nunca olvidará la pasada campaña preolímpica. Porque en ese tramo del presente cuatrienio obtuvo una de las coronaciones soñadas por cualquier deportista.
Sin dudas, Borrero ha recompensado sobremanera la sugerencia deportiva de sus hermanos Amado y Junier. Ellos lo introdujeron en el ambiente de las llaves y los agarres. “Ahora son mis fervientes aficionados y admiradores”, agregó el muchacho de casi 1.60 de talla.
Mayda Molina, su mamá, y Amado están orgullosos del mozalbete. “La vieja es licenciada en Cultura Física y Deportes y ahora presta colaboración en Venezuela. El viejo se considera el más conocedor de mi deporte. Siempre me insiste en la importancia que tiene para la vida ser, en todo momento, una buena persona”, dijo Borrero.
PLANES
En el verano de 2016 arribará el clímax del deporte a escala universal en esta segunda década del milenio. En tono jocoso el indómito confesó: “Quiero labrar allí otra jornada nombrada San Borrero. Los caminos hacia la cumbre olímpica son muy pedregosos; y eso impide el rápido desplazamiento. Hay que ser cuidadoso al iniciarlos. Pero, como nunca he sentido miedo sobre el colchón, esa circunstancia no significa para mí desafiar un imposible”.
En efecto Borrero borró y piensa seguir cuesta arriba.
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