Llevo varios días tratando de elegir a un jugador a resaltar en mi primer escrito sobre polo acuático, pero decidirme entre Oscar “el pulpo” Periche y Bárbaro Díaz, me resultó muy difícil, pues ambos fueron atletas de sobrada calidad en la piscina.
Finalmente, en un acto un tanto egoísta, me decanté por Bárbaro Díaz, quien jugaba esa posición que tanto admiro: hombre poste (o boya), pues su juego agresivo lo convirtió en uno de los polistas más respetados a nivel internacional.
En el palmarés del camagüeyano resaltan, por encima de las medallas centroamericanas y panamericanas, las dos participaciones olímpicas: Moscú 1980 y Barcelona 1992, en las cuales la selección nacional alcanzó los puestos quinto y octavo, respectivamente.
Elijo estos dos participaciones por encima de cualquier medalla porque es precisamente en los Juegos Olímpicos donde se reunen todas las luminarias del mundo para competir por su país. A juicio personal, es el torneo más fuerte de este deporte en el mundo.
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Quizá muchos recuerden sus tres goles en el primer partido ante la poderosa Yugoslavia, equipo que terminó segundo (ganó la URSS) y que dominaría el polo acuático olímpico en las dos siguientes ediciones, Los Ángeles 1984 y Seúl 1988, bajo el mando del emblemático entrenador croata Ratko Rudic.
En cuanto a su estilo de juego, nadie describió mejor a Bárbaro Díaz que el polista español Manel Silvestre en su blog El Cuervo Waterpolo: “(…) pues Bárbaro en el agua era… como era… salvaje, técnico, duro, preciso, fuerte, habilidoso, encajador, repartidor, killer… o sea, todo. En su posición de boya se abría paso a tortazo limpio y a quien le tocara marcarlo se desgañitaba pidiendo ayuda a los demás”.
La posición de hombre poste es quizá la más compleja en el polo acuático debido al constante contacto físico al que está sometido el jugador, pues su marca a la defensa nunca se separa propiciando un intercambio de golpes durante casi todo el partido.
Recientemente pude acceder a un vídeo resumen de los mejores momentos (los que quedaron registrados por la cámara) de Bárbaro Díaz en la piscina y pude comprobar lo que muchos alegan: era un maestro en el poste.
Tenía la capacidad de recibir seguro con la marca encima, voltearse a costa del defensor y encajarle un gol a cualquier portero con un disparo potente. Podía incluso anotar tirando de espaldas al arco.
“Su mayor virtud era su fuerza, además de que era un jugador agresivo de un físico extraordinario. Técnica y tácticamente era muy completo. Yo siempre le elogié mucho su capacidad para ubicarse en el poste y su capacidad de organizar el ataque, pues también era un atleta inteligente”, comentó Pedro Antonio Casanova Pino, entrenador de polo acuático y amigo de Bárbaro Díaz.
El camagüeyano era muy joven cuando ascendió a un equipo Cuba plagado de estrellas. Resaltan los nombres de Jorge Rizo, Oscar Periche, los hermanos Juan, Nelson y Oriel Domínguez, etc., y logró hacerse del puesto de poste a golpe de puro talento.
Desgraciadamente, como mencionamos anteriormente, no logró conquistar la gloria olímpica, quizá si hubiesen participado en las citas de Los Ángeles ´84 y Seúl ´88 (Cuba no participó en esos Juegos por razones políticas) hoy pudiésemos alardear de una medalla de cualquier color.
También el propio estilo de juego excesivamente ofensivo de ese Cuba le pasó factura. Alguien me comentó en algún momento que Karoly Laky , ese emblemático entrenador húngaro que tanto aportó al polo acuático antillano, los llegó a tildar de locos.
El mismo Manel Silvestre recuerda en su blog a esa selección con las siguientes palabras:
“La Cuba de los ´80 era capaz de todo, podía ir ganando a Rusia (URSS por aquel entonces) o Yugoslavia de cuatro goles y seguían atacando con su sangre caliente hasta que perdían la ventaja que llevaban. Era su talón de Aquiles el tiempo de partido, no lo controlaban en absoluto y su ataque era constante y brutal sin tener en cuenta sus consecuencias. Si hubieran tenido otra mentalidad más conservadora, os aseguro que hoy en día tendrían alguna que otra medalla en sus vitrinas”.
No obstante, no podemos dejar de reconocer la tremenda calidad de este colectivo de polistas de la década de 1980, considerado el mejor conjunto de la historia de este deporte en Cuba. Por ello, nos acercaremos, en la medida de lo posible, a cada uno de sus integrantes en próximos artículos.
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