La gobernabilidad en España, severamente herida luego de las elecciones de fines de este diciembre, sigue intentado estabilizarse aun cuando la incertidumbre se ceba en el escenario político local.
La falta de los votos necesarios para que alguna de las agrupaciones participantes en los comicios pueda formar gobierno por sí misma, junto al descrédito del Partido Popular, PP, en el actual ejercicio del poder, han establecido un panorama que se parece mucho a un vacío de autoridad nacional, y que no solo repercute al interior del país, sino también entre los preocupados socios de la ya golpeada Unión Europea.
En consecuencia, luego de un período de consultas con los partidos políticos con mayor número de sufragios, el Rey Felipe Sexto decidió solicitarle a Pedro Sánchez, máxima figura del Partido Socialista Obrero Español, PSOE, que intente formar gabinete.
Sánchez, un joven político de innegable carisma, aceptó finalmente la difícil tarea de intentar formar un gobierno para el país, y en ese sentido ha dicho que acudirá al diálogo y la deseable y necesaria concertación con otras fuerzas políticas presentes en el legislativo.
Sería, a su juicio, un buen precedente para lograr un gabinete multifacético, toda vez que, según dijo, cambiar radicalmente el actual panorama nacional exige de un esfuerzo conjunto y jamás podría ser tarea de un solo hombre o un solo partido.
Una buena reflexión que, sin embargo, parece chocante a ciertos viejos jerarcas del propio Partido Socialista Obrero Español, quienes abrigan reservas en establecer nexos con algunas de las nuevas fuerzas que lograron representación en el parlamento nacional, sea Podemos, Ciudadanos, o los sectores separatistas de Cataluña.
Y mientras Pedro Sánchez solicitó un mes al Rey Felipe Sexto para intentar crear gobierno en España, el derechista Partido Popular vuelve a enfrentar denuncias de corrupción, esta vez entre sus personeros y representantes en un buen número de regiones del país.
Este nocivo fenómeno tiene antecedentes en el comportamiento oneroso de varios integrantes de la propia alta jefatura del PP tiempo atrás, escándalo que en su momento marcó la propia imagen de Rajoy como líder de la agrupación conservadora.
En consecuencia- explican analistas- una razón adicional, como para considerar cuidadosamente y hasta rechazar la vuelta de Mariano Rajoy a la jefatura del ejecutivo nacional.
Por añadidura, los estudiosos recuerdan que ha sido bajo la égida de la derecha que España ha entrado en una de sus peores crisis económicas, con una brutal incidencia en la sociedad, donde el desempleo, los desalojos de viviendas y la marginalidad entre infinidad de españoles contrastan con el ahora descubierto masivo robo de fondos del hasta este momento partido en el gobierno.
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