En Brasil a nadie le sorprende que el presidente usurpador, Michel Temer, sea capaz de comprar los votos necesarios, a través de los ministros enviados al Congreso Nacional hace pocos días, para no ser juzgado por corrupto en una segunda denuncia en menos de dos meses.
Esa fue una de las recientes movidas del llamado camaleón de la política brasileña, habituado a las operaciones subterráneas, eficiente en sus oscuras negociaciones de los últimos días cuando algunos ingenuos creyeron que prosperaría la nueva acusación en su contra en la Cámara de Diputados, que la desestimó, pues casi todos son sus socios de fechorías.
El peón de los capitalistas -tanto del país como foráneos- salió airoso una vez más, pero está en uno de sus peores momentos, con solo un 3% de respaldo popular, sobreviviendo en aguas turbulentas y vigilado de cerca por los grandes capitales que fomentaron su entrada ilegal en el Palacio del Planalto.
Ello significa que un 97% de los ciudadanos no quiere al Presidente. No hay duda de la veracidad de los resultados obtenidos por el grupo de análisis político Eurasia, el cual trabaja en comunión con los fondos de inversiones internacionales.
El viejo zorro de la política brasileña es uno de los articuladores políticos más eficientes de la nación suramericana. Nadó con viento a favor durante la dictadura militar y se enganchó en el tren de la democracia.
Dio un golpe maestro cuando maniobró con capitalistas, legisladores y magistrados para deshacerse de la presidenta legítima Dilma Rousseff, que ahora reclama su restitución, pues se comprobó que en aquel entramado hubo sobornos en las Cámaras para sacarla del cargo cuando apenas cumplía un año de su segundo mandato en 2016.
En opinión del analista brasileño Eric Napumaceno, “entre liberación de recursos destinados a asegurar votos favorables e iniciativas destinadas a beneficiar generosamente sectores empresariales bien representados por miembros de la Cámara de Diputados, se calcula que el precio de mantener a Temer y sus dos compinches principales en libertad (los otros tres están en la cárcel) llega a estratosféricos 32 000 000 000 millones de reales.
O sea, unos 10 000 000 millones de dólares, la mayor parte en perdón de multas y deudas, además de cambios en la legislación, para proteger intereses de grupos poderosos”.
Para que la denuncia fuera archivada como “caso cerrado” hubo que pagarle –según medios políticos- a 251 diputados. Con su voto negativo alejaron de la cárcel al Mandatario, al secretario general de la presidencia Moreira Franco y a su jefe de gabinete, Eliseu Padilha.
En un análisis númerico se observa, empero, que ganaron por poco, pues hubo 233 votos contrarios, dos abstenciones y 25 ausencias.
En ese mismo recinto hace dos meses se evaluó la primera denuncia contra Temer, y 263 legisladores se pronunciaron por su invalidez. Se estima que para asegurar a Temer y sus aliados hubo que pagar entonces en torno a los 4 000 000 000 de dólares.
La pérdida de 12 votos en un corto período indica que el Mandatario va en picada en cuanto al apoyo de sus cómplices. Hay que considerar que muchos diputados ya tienen los bolsillos llenos y están más interesados en las elecciones del próximo año y su eventual participación para diferentes cargos.
Es muy posible un duelo de intereses en el Congreso Nacional, pues varias medidas impopulares están a punto de ser enviadas a discusión en ese espacio, entre ellas la subasta de la estratégica estatal Eletrobras entre privados, la ley que cambia de manera radical los seguros de salud –las pre-pagas- para las personas de 60 años o más, con altos precios, y otras regulaciones que dañan a una parte importante de la sociedad.
Además, distintos especialistas coinciden en que el primero de enero de 2019, cuando entregue el batón, el camaleón será puesto a disposición de la justicia, pues aunque ahora le tiren la toalla en el Congreso saldrá del Palacio de Planalto para responder por sus acciones delictivas.
La situación puede ponerse más difícil aún para el líder del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) pues aunque sus medidas neoliberales se aprueben ahora con seguridad habrá una reacción de los movimientos populares, incrementados y fortalecidos incluso durante el gobierno de Rousseff.
A la debilitada posición del Mandatario hay que agregar que quienes le respaldan ahora, aunque sea de manera interesada, tratarán de deslindarse de sus desmanes el próximo año cuando todos los focos coincidan en quienes serán los futuros dirigentes del país.
O sea, que está obligado a tratar de implantar ahora las nuevas medidas que le exigen los grandes capitales que lo catapultaron al poder y, de no lograrlo, existe la posibilidad de que ni siquiera concluya su mandato, pues razones hay de sobra para que así ocurra.
Algunos que le apoyaron en la traición a Rousseff cuando era su vicepresidente, seguramente también evitarán vincularse con su figura dentro de apenas algunos meses, pues el desprestigio de Temer aleja más que acerca a los eventuales votantes.
Mientras el ocupante del Palacio de Aurora, donde residen los Mandatarios, ata los cabos sueltos para tratar de terminar su mandato sin caer en prisión, el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva busca un acercamiento a los sectores populares más vulnerables abriendo camino para una posible candidatura en los próximos comicios. Pero el camino hasta el Planalto no le será tan fácil como algunos quieren que parezca.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.