Más preguntas que respuestas deja el magnicidio del presidente haitiano Jovenel Moïse, asesinado en su residencia, en tanto su esposa resultó herida, por un comando de procedencia aún desconocida, y en medio de un clima de violencia generalizada en el pequeño país caribeño.
Desde distintas partes del mundo –que en su conjunto condenó la acción contra el mandatario del partido de centroderecha Tèt Kale–, llegaron condolencias, pero también continúan las interrogantes que pasadas las horas siguen sin respuesta.
¿Cómo penetraron los asesinos en el hogar de los Moïse, sin que alguno de los supuestos miembros de su guardia personal haya sido herido? ¿A qué país le interesaba la muerte del jefe del gobierno que era repudiado por la mayoría de una población que deseaba un cambio político? ¿Quién o qué se beneficia de su desaparición física?
El 42 mandatario de Haití, asesinado en la madrugada de este miércoles, ocupó el cargo con el apoyo de solo un 20% de la población en 2017.
Ahondó las diferencias con su pueblo cuando se negó a entregar el cargo el pasado año, como correspondía, bajo el alegato de que, en su momento, los comicios fueron reeditados un año más tarde y solo se retiraría en el 2022.
Su mandato estuvo marcado por el recrudecimiento de la crisis política, económica, social y sanitaria, y el aumento de la inseguridad.
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Para tratar de ganarse la simpatía popular, en los últimos meses, mientras gobernaba por decreto, ya que el Congreso Nacional no fue renovado, propuso redactar una nueva Constitución Nacional, en la que se eliminaba el Senado y el cargo de primer ministro.
Aún hay dudas sobre quien lo reemplazará, pues debía ser el presidente de la Corte Suprema René Sylvestre, pero murió recientemente de COVID-19. Su funeral estaba planificado para este miércoles.
Medios políticos consideran que para que el premier en funciones, Claude Joseph, reemplace formalmente al fallecido mandatario, tendría que ser aprobado por el parlamento, lo cual es imposible ahora.
La población haitiana, la más pobre de América Latina y el Caribe, (74% en pobreza y 54 pobreza extrema, con un producto interno bruto de solo dos dólares al día) y a la que no ha llegado una sola dosis de vacuna anticovid-19, se mantuvo en las calles durante meses en protesta por la imposición del mandatario, al que calificaban de facto, pues usurpó un cargo que ya no le correspondía.
La crisis del pequeño país invadido tres veces por EE.UU. -más de 11 millones de personas en un tercio de la isla La Española, compartida con República Dominicana- escaló en los últimos meses con la formación de bandas irregulares de jóvenes y adolescentes equipados con poderosas armas.
¿Quién está detrás de la formación de esos grupos y paga el equipamiento con el que amenazan a la población, incluso la más pobre, con muertes, heridas y secuestros en la calle y a la luz del día?
Para el profesor venezolano Omar Hurtado, entrevistado por TeleSur, el estado de excepción dictada por Joseph solo traerá más represión para el pueblo, la víctima principal de los 20 gobiernos que ha tenido ese país en los últimos 35 años.
Haití, dijo, vive una profunda depresión interna y posee una masa de desempleados, de violación de los derechos humanos, y ningún gobierno del mundo, precisó, le ha tendido una mano a esa población que mantiene una lucha continua por sobrevivir en tan aciagas circunstancias.
Al profesor le llama la atención que un supuesto grupo internacional haya penetrado en una zona residencial de máxima seguridad, según notas publicadas en las redes sociales.
Ahora, precisó, están diciendo que el comando asesino estuvo integrado por hombres que hablaban español, y algunos en inglés, y responsabilizan, sin prueba alguna, a venezolanos y miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia, lo que calificó de “extraordinariamente peligroso”.
Un despacho de la agencia de noticias Prensa Latina afirmó que testigos del atentado dijeron a medios de comunicación que los presuntos mercenarios, por el contrario, se identificaron como agentes de la Administración de Control de Drogas de EE.UU. (DEA, por sus siglas en inglés), lo cual es poco creíble dada la responsabilidad que tendría el gigante norteño y su agencia en la muerte del mandatario.
Entonces, ¿qué pretende una supuesta declaración de este carácter, con las implicaciones políticas para la Casa Blanca, Venezuela o las guerrillas colombianas?
Mientras, la Comunidad de Estados Caribeños (Caricom) convocó a una reunión de emergencia para evaluar la situación en Haití, -de la cual ya se había hablado hace 48 horas antes en cita previa- y la posibilidad de enviar allí una misión para tratar de colaborar en la solución de los asuntos más graves del país.
El actual presidente de Caricom, Gaston Browne, también Primer Ministro de Antigua y Barbuda, recordó que esa organización analizó la crisis haitiana, que calificó de insostenible.
Browne advirtió sobre la creciente violencia que ocasionó un alto número de muertos y el desplazamiento de miles de personas que huyen de la inseguridad. En ese contexto, el presidente Joe Biden, manifestó sentirse “preocupado” por el magnicidio, pero desestimó cualquier comentario sobre una posible acción en territorio haitiano, aunque expresó que colaborará con devolver la paz a ese país, lo que para entendidos resulta una velada amenaza.
Haití no es un país de interés económico para la Casa Blanca, pero lo considera especial por su posición geográfica, desde la cual se domina El Caribe.
Durante años el Comando Sur norteamericano tuvo su base en la pequeña nación, y uno de sus brazos armados fue encargado de abortar el gobierno del sacerdote Jean Bertrand Arístide, a quien secuestró por la fuerza y trasladó a África ayudado en esa tarea y en la instauración de una fuerza de paz por el gobierno francés.
Esa nación insular no posee grandes riquezas y sus bosques madereros en las montañas presentan hoy un efecto desolador.
Sin embargo, campesinos haitianos denunciaron en marzo de este año el acaparamiento de tierras fértiles por la trasnacional estadounidense Coca Cola.
El reciente reclamo responde al otorgamiento mediante decreto presidencial de más de 8 500 hectáreas de terrenos dedicados a la agricultura para establecer la Zona Franca Agroindustrial de Savane Diane, que producirá el edulcorante stevia para la fabricación de sodas.
CON SUMO ATRASO, EL MUNDO SE MUEVE
A las 14:00 (hora local de Washington), comenzó una reunión de emergencia de la Organización de Estados Americanos (OEA), mientras el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU) lo hará este jueves. Los dos organismos analizarán la crisis actual haitiana pero, como afirman algunos analistas, hasta ahora muy pocos países y entidades internacionales se preocuparon por lo que sucedía en la primera nación liberada en la región latinoamericana de su colonia, en este caso Francia, y la repercusión histórica de su Revolución.
La muerte de Moïse abre un abanico de expectativas políticas, ya que incluso el primer ministro nombrado hace apenas 48 horas tiene primero que tratar de pacificar la situación interna y luego quizás adelantar las elecciones de septiembre, aunque todavía no había un candidato para sustituir al mandatario.
De momento, Joseph reiteró que el Consejo de Ministros garantizará la continuidad del Estado y la seguridad de los ciudadanos, que se mantienen resguardados donde pueden, puesto que todavía son miles los afectados por el huracán del 2010 que carecen de un techo de refugio y viven en carpas.
Tras el magnicidio, el Consejo busca garantizar la seguridad de la familia presidencial y el eventual traslado de la primera dama Martine Moïse, a un hospital de Miami, quien está gravemente herida, según señalan reportes de prensa.
Desde las primeras horas de este miércoles, el aeropuerto internacional Toussaint Louverture, de Puerto Principe, la capital, quedó cerrado. La vecina República Dominicana tomó medidas similares para evitar la llegada de inmigrantes de alto nivel económico que huyen de su país. Los pobres atraviesan las montañas o utilizan botes rústicos para la huída.
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