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domingo, 17 de noviembre de 2024

Obsesión por Maduro

Para Estados Unidos y sus aliados, el presidente venezolano es el epicentro del odio...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 24/09/2017
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Nicolás Maduro
El presidente sabe, y lo dice públicamente, que a la oposición salvaje y falta de escrúpulos solo le queda la opción del magnicidio.

Para la derecha internacional, organizada en una tríada geopolítica —Estados Unidos y sus aliados europeos y latinoamericanos— el derrocamiento por la fuerza del presidente venezolano Nicolás Maduro y lo que su figura representa deviene una peligrosa obsesión política.

En estos momentos prevalece en la escena internacional el pensamiento retrógrado, imperialista y fascista existente durante la llamada Guerra Fría y que ahora renace en un alto número de países bajo el paraguas de la Casa Blanca y su certeza de que el planeta y sus habitantes les pertenecen. Es en este contexto que sobresale Maduro como líder innegable de la resistencia, la dignidad y la desobediencia al fascismo, cuando ya han desaparecido varios gobiernos progresistas que siguieron al triunfo del Comandante Hugo Chávez en Venezuela en 1999.

El mandatario venezolano, de origen humilde, antiguo sindicalista del sector del transporte urbano en Caracas, es (porque así lo consideró y expresó a su pueblo antes de morir) el sustituto de Hugo Chávez Frías, un militar y político que puso patas arriba las estructuras capitalistas de su país, creó conciencia de dignidad y arremetió de frente contra Washington y sus aliados. Siempre ganó las batallas.

Pero Maduro no gobierna Venezuela solo porque el finado líder vio en él las cualidades para dirigir la Revolución Bolivariana sino porque lo vio crecerse como diputado a la primera Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y como canciller de su gobierno.

El ganó su cargo en las elecciones presidenciales realizadas luego de la muerte de Chávez —un duro golpe al proceso político bolivariano—, caracterizadas por la transparencia, al igual que las otras pruebas comiciales efectuadas en igual número de años de Revolución, siempre ganadas, menos una, por las fuerzas chavistas.

En el curso de los últimos cuatro años, Venezuela sufrió un duro revés con la drástica reducción de los precios del petróleo, su principal rubro exportador —es el quinto a nivel mundial— y la continua guerra sucia desatada contra el chavismo y su actual dirigente, a quien acosan y ofenden dentro y fuera de su país las hordas derechistas comandadas desde Washington.

El error de los enemigos del jefe del gobierno venezolano es ignorar, o demeritar, la inteligencia, astucia y coraje de Maduro, quien tiene el apoyo del pueblo, además de una fiel y rigurosa información de inteligencia y el respaldo de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas. Es justamente en la unión cívico-militar en lo que se asienta la fortaleza del proceso revolucionario.

Muchos de los militantes de la derecha, algunos de ellos permeados de una política de odio hacia el mandatario, consideraban que el antiguo chofer de ómnibus —tampoco puede olvidarse la división clasista de la sociedad venezolana— duraría poco en el Palacio de Miraflores y no aguantaría los casi cuatro años que lleva de mandato, ya que en su contra orquestaron y fracasaron también numerosos planes de exterminio, no solo contra su persona, sino contra la población en general.

Intentos de golpes de Estado duros, traicioneros, o los llamados blandos de desestabilización nacional mediante distintos tipos de guerra sucia, violencia en las calles, socavamiento de la lealtad de los militares, ataque al sistema financiero, sanciones económicas y diplomáticas de Estados Unidos, ataques desde la Organización de Estados Americanos (OEA), expulsión del Mercado Común del Sur (Mercosur) y deslealtades de otros gobiernos, como el Grupo de Lima; todos han fracasado.

Tienen que venirse abajo todos los planes contra el presidente que resume la esencia del hombre venezolano: cuentero, tierno, valiente, de aspecto noble y lengua como una espada para decir las verdades. Y eso enerva a Estados Unidos y su actual dignatario, el ignorante en política internacional Donald Trump, un multimillonario asesorado por ultraderechistas que parece mover las fichas hacia una tercera guerra mundial.

Trump, quien de multimillonario agente inmobiliario se proclamó amo del mundo, amenazó a Venezuela y a su líder con la posibilidad de un ataque militar, en un movimiento tan prepotente como resbaladizo, pues no se ha detenido a pensar, o lo parece, que si la gran masa de pueblo venezolana quisiera derrocar a su presidente, ya lo hubiera hecho.

¿Quiénes son los promotores de la violencia, el acaparamiento, la mentira mediática, los formadores de negativas opiniones sobre el proceso bolivariano? Los buitres de siempre, los viejos y los nuevos politiqueros que en el 2014 urdieron el Plan Salida (de Maduro), dejaron 40 muertos en las calles, y continúan sin descanso con su política neofascista contra un proyecto político quizás con errores, pero de profundas raíces humanistas y patrióticas.

A Maduro sus enemigos insisten en plazos para derrocarlo. Primero caería en un mes, luego un año, un antes de…, o un después de… Se resisten a creer en la democracia participativa y actúan como traidores en busca de ayuda internacional, precisamente a gobiernos con tejado de vidrio.

El presidente sabe, y lo dice públicamente, que a la oposición salvaje y falta de escrúpulos solo le queda la opción del magnicidio, mucho más ahora que la Revolución Bolivariana y su líder se han fortalecido, luego de que más de ocho millones de ciudadanos se pronunciaron en las urnas el pasado 30 de julio por una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) como herramienta de cambios hacia un país más fuerte y en paz.

Incluso, los detractores del proceso se vieron obligados —dado su revés contra la ANC y las medidas adoptadas por esa institución, entre ellas la celebración de elecciones regionales el próximo día 15— a sentarse en una mesa de diálogo con el gobierno en República Dominicana y aceptar de conjunto una agenda para un segundo encuentro este mes.

El plan global contra Maduro y la Revolución está destinado al fiasco. Hace pocos días, Venezuela acogió una cumbre mundial de solidaridad con República Dominicana, al que asistieron centenares de delegados extranjeros que firmaron la Declaración de Caracas, en apoyo y estímulo a la resistencia revolucionaria.

Las marionetas internas organizadas en torno a la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), en cambio, presentaron un comunicado en el que aplaudían las amenazas bélicas de Trump, alentándolo a la injerencia directa y declarándole la guerra a Maduro y su ejecutivo.

El prestigioso periodista José Vicente Rangel escribió hace pocos días que corren rumores sobre la eliminación física de Maduro, y recordó: “…hay datos que no han trascendido suficientemente, de los que solo existe una fugaz referencia, entre otros, lo sucedido en la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (UNES), con motivo del acto académico del lunes 21 de agosto, cuando la Dirección de Contrainteligencia Militar (DGCIM) descubrió, en una dependencia cerrada, un conjunto de armas, granadas, pistolas y hay detenidos”.

Rangel agregó en su artículo publicado en red58.org que el expresidente mexicano Vicente Fox, al que se refiere como “alguien muy conectado a la conspiración en el país” declaró “empleando un lenguaje mafioso, propio de los capos de la droga, que Maduro saldrá de la presidencia con las patas p’adelante, en una caja de madera”.

La MUD está consciente, según parece, de que irá a los comicios del próximo mes en condiciones precarias, dividida, despreciada por la población y hasta por algunos de sus militantes, luego del acto público de entreguismo a Estados Unidos, sin unidad y sin un líder nacional; se “vende” a gobiernos extranjeros, como posibilidad política si cayera la Revolución, y carece de un proyecto de país, lo que decepciona a sus seguidores.

Esa agrupación y sus dirigentes dan muestras de un pensamiento anacrónico y continúa con su actitud lastimosa uniéndose a quienes podrían traer la muerte a miles de ciudadanos, si Trump cometiera el error de intervenir en los asuntos internos del país.

Los próximos comicios y sus resultados serán un tiro de gracia a las huestes opositoras, pagadas y protegidas por la tríada contrarrevolucionaria que seguramente azuzará aún más el odio contra Maduro, a quien, aunque añora la paz, no le temblará nunca la mano para defender el legado que le dejó su maestro. Aunque en ello le vaya la vida.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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