Desde hace tiempo las informaciones procedentes de Niamey, la capital nigerina, indican la gravedad de la crisis humanitaria que azota a más de 3,8 millones de ciudadanos, un gran por ciento de ellos menores de edad.
Según el informe “Sufriendo en silencio”, publicado por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la situación de declive socio-económico —ahora más profundo— se ensaña con el más joven segmento etario, aunque afecta a todos sin una real distinción de edad.
En el documento se estima que más de 3,8 millones de personas requieren con urgencia ayuda humanitaria en el país y demandan mayor atención, así como una activa movilización frente a la difícil situación de deterioro de la seguridad de los menores y sus familias en el escenario nigerino.
“Teniendo en cuenta el dramático aumento del número de personas afectadas por las múltiples, prolongadas y complejas emergencias en el país, representa un desafío para el Gobierno y la comunidad humanitaria satisfacer sus necesidades”, explicó el Fondo.
La directora regional del Unicef para África occidental y central, Marie-Pierre Poirier, precisó que la inseguridad se extiende a un ritmo acelerado en Níger, en gran medida por los ataques a lo largo de las fronteras con los vecinos Burkina Faso, Malí y Nigeria, los cuales desplazan a los ciudadanos.
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Sin embargo, lo que ocurre en territorio nacional no es solo un efecto colateral de los desarrollos en los Estados colindantes, sino también tiene un cariz propio, asociado a los sucesivos escenarios por donde transitó (y transita) ese país subdesarrollado de la región africana del Sahel, al identificarse como uno de los Estados más pobres de África.
Por eso, además de los problemas inmediatos transfronterizos hay otros recurrentes que se deben a fenómenos más abarcadores en tiempo y espacio, pero ahora todo ese conjunto descarga directamente sobre poblaciones inocentes, como ocurre con el terrorismo en esa zona semidesértica.
Unicef destacó otros motivos de sufrimientos unidos a los éxodos forzosos generados por las agresiones de grupos extremistas de torcida filiación islámica que “continúan causando estragos en la vida de cientos de miles de niños y niñas” y de hecho dejan graves secuelas en sus personalidades.
El Fondo considera que los ataques en la región del lago Chad impidieron a casi 269 000 personas en la oriental localidad nigerina de Diffa retornar a sus hogares y a quienes se añaden 195 000 desplazadas en Tillabéri y Tahoua, ubicadas en la parte occidental.
Asimismo, suman más de 77 000 los ciudadanos que huyeron de la violencia entre comunidades en el norte de Nigeria y quienes ahora conviven en la central zona de Maradi con más de 21 000 nigerinos desplazados internos (di).
A finales de marzo de 2021, Níger albergaba un total de 313 000 ciudadanos identificados como di, 235 000 refugiados y 36 000 repatriados, conforme con la clasificación del Fondo.
“Las vidas de los niños y niñas se desgarraron. Es difícil creer que deban vivir con un miedo permanente a ataques así. Esta no tiene por qué ser su realidad”, alertó la directora respecto al ambiente donde sobreviven los menores, todos necesitados de alimentación, asistencia para su salud, educación, agua y protección contra la violencia.
En cuanto a la atención sanitaria se destacan los altos niveles de desnutrición, la propagación de epidemias, así como derivaciones relacionadas con el deterioro climático.
Tales insuficiencias prevalecen cuando son frecuentes los ataques de grupos armados, por lo cual el Gobierno declaró el estado de emergencia en las regiones de Tillabéri y Diffa, donde las amenazas se concretan con asedios a puestos de emergencia médica y a escuelas: la ONU indica que el número de colegios obligados a cerrar en las zonas afectadas por el conflicto ascendió a 377 en los últimos meses.
En 2020 la clausura de escuelas por inseguridad afectó a 22 000 niños y niñas y actualmente continúa restringido, lo cual evidentemente crea un espacio vacío en la requerida formación intelectual de ese grupo humano y arriesga la solidez del futuro en Níger.
Los actos contra la seguridad escolar escalaron y fueron particularmente graves en las regiones de Tillabéri, Tahoua y Diffa, localidades ubicadas en la llamada zona de las tres fronteras, donde convergen territorios de Níger, Malí y Burkina Faso, área frecuentemente agredida por los grupos terroristas, lo que coincide con la percepción militar sobre las regiones donde debe insistir en enfrentar a las facciones extremistas de manipulada confesión islámica.
En su discurso de investidura el pasado 2 de abril el presidente, Mohamed Bazoum, llamó a los países del entorno nigerino a intensificar los esfuerzos en la lucha contra el terrorismo, la demanda aguarda por una reacción, pero que unida al tema humanitario podría recibir una respuesta alentadora ante las necesidades inmediatas de su Estado.
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