El político y exmúsico Michel Martelly deja vacía este domingo la presidencia de Haití, luego de varios meses de crisis política interna con base en un supuesto fraude electoral del oficialismo y las protestas populares que remueven los cimientos de este empobrecido país, cuya estructura responde a intereses foráneos y no a las necesidades básicas de su población, dependiente en su mayoría de la agricultura y la pesca.
Martelly (Puerto Principe, 1961) asumió la primera magistratura el 14 de mayo de 2011 en sustitución de René Preval. Los dos fueron elegidos de manera democrática, y cuando el ahora saliente Mandatario asumió, solo había transcurrido un año del terremoto de alta intensidad que dejó más de 330 mil muertos y un número similar de heridos y discapacitados, y un millón de personas sin hogar en el país considerado el más pobre de las Américas.
En horas de la mañana de este sábado, y luego de meses de protestas callejeras, el Presidente suscribió un acuerdo con los líderes del Congreso Nacional y el Ministerio de Defensa para que luego de su retirada, un gobierno interino ocupe su lugar y el de su gabinete. Las cámaras parlamentarias, según informes de prensa, serán las encargadas de elegir un sucesor en los próximos días de una manera un tanto singular, lo cual, opinan analistas, puede causar una mayor inestabilidad, pues fuerzas políticas opositoras rechazan tal posibilidad.
El presidente de la cámara de diputados, Cholzer Chancy, afirmó que la solución evitará un vacío de poder, pero con certeza iniciará una lucha por sentarse en el sillón presidencial haitiano, luego de las continuas manifestaciones públicas por presunto fraude en las fallidas elecciones del pasado 25 de octubre y la posterior postergación en dos ocasiones de una segunda vuelta.
En un facilismo que ya encuentra detractores, el acuerdo político enfatiza en que figuras de las distintas fuerzas haitianas pueden candidatearse a la presidencia con solo presentarse ante la Asamblea Nacional, un índice de la fragilidad política existente.
Antes de la cita sabatina, se pensó –y así lo expresó el Mandatario- que la mejor posibilidad para la paz era su sustitución por un primer ministro interino, quien debía tener el apoyo de los distintos sectores políticos y del Legislativo, e iniciara el proceso de la segunda vuelta comicial pendiente para el 24 de abril y la toma de posesión del ganador un mes después, además de la recomposición del ahora disuelto Consejo Electoral Provisional (CEP).
Pero la idea presidencial no prosperó. Sobre el tapete estaba también la sugerencia de los ocho candidatos opositores -agrupados en el bloque G8- de instaurar un gobierno de transición encabezado por el presidente del Tribunal Supremo de Justicia y con poder para crear una comisión que en 30 días investigara y depurara los documentos e instancias electorales.
AGRAVAMIENTO DE LA CRISIS
La crisis política en Haití se agravó con la retirada de la contienda del opositor partido Liga Alternativa por el Progreso y Emancipación Haitiana (LAPEH) y su candidato Jude Celestin, por considerar un fraude la acción comicial de octubre.
A partir de ese momento comenzaron las Intensas marchas del G8, la sucesión de actos cada vez más violentos y el desmembramiento del CEP, lo cual no impidió, empero, que Martelly convocara en otras dos ocasiones al balotaje, pero sin éxito por carencia de apoyo.
A petición del gobierno, Cancilleres de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) dialogaron el lunes y el martes pasados en Puerto Príncipe con autoridades y opositores, y constataron la predisposición a encontrar mediante el diálogo una salida al conflicto.
La Organización de Estados Americanos (OEA) envió una misión solicitada por Martelly, la cual fue recibida con un contundente rechazo popular ante la carencia de credibilidad de esa institución, y así lo expresaron los manifestantes en sus pancartas y reivindicaciones.
Hace 48 horas un nuevo elemento se añadió a la delicada situación nacional cuando elementos autoidentificados como exmilitares con armas largas amenazaron y tirotearon a la población, con saldo de una persona fallecida. Los atacantes gritaban que eran miembros de un grupo en desacuerdo con las soluciones antes previstas por Martelly, con un plan de cuatro puntos.
CONFRONTACION DE INTERESES POLITICOS
A partir de las denuncias de fraude en la primera vuelta el pasado 25 de octubre, que dieron el primer lugar al candidato oficialista del Partido Haitiano Tet Kale (PHTK), Jovenel Moise, y el segundo a Jude Celestín, se desató la ira popular.
De hecho, poco se sabía que ocurriría tras la renuncia de Celestín a un balotaje.
La población haitiana tomó las calles de Puerto Príncipe, la capital, y otras localidades importantes en protesta por la presunta corrupción que envolvió los comicios, lo cual significó un retroceso en la vida política haitiana.
Pero lo que pudo resolverse quizás con la revisión de los votos, tomó un carácter diferente a partir de la constitución de un grupo de los ocho partidos opositores, denominado G-8, que movilizó a los inconformes para forzar una salida rápida del presidente y recomenzar el proceso electoral a partir de cero, lo cual fue rechazado por el Gobierno.
LA OEA Y ESTADOS UNIDOS
Para los haitianos, la llegada de una misión de la OEA, históricamente aliada de Estados Unidos, que invadió al país caribeño en varias ocasiones a partir de 1915, equivalía a visualizar otra posible intervención del gigante norteño en sus asuntos internos.
Uno de los mayores temores del pueblo haitiano, y tiene válidas razones, es que Washington envíe sus fuerzas militares, como ha hecho en otras oportunidades, pues es sabido que antes de la toma del poder por René Preval, era la Casa Blanca la que manipulaba a los presidentes.
Recuérdese cómo Estados Unidos, en complicidad con Europa, destituyó por la fuerza al presidente y exsacerdote Jean Bertrand Aristíde en 2004, y también que en aquellos momentos Martelly realizó varios conciertos en contra del retorno del Dignatario.
Para Camille Chalmers, representante de la Plataforma para el Desarrollo Alternativo de Haití, las movilizaciones callejeras “nacen de un rechazo a las injerencia de Estados Unidos ante la actual inestabilidad política nacida, dijo, de la postura gubernamental de negar la voluntad popular.
Chalmers, sin afiliación partidista, aseguró en entrevista exclusiva para teleSUR, que los ciudadanos demandan un cambio profundo en el sistema político y económico de Haití para poner fin a los 100 años de intromisión estadounidense.
El activista social destacó que los movimientos sociales exigen un cambio en la estructura socio-económica del país para eliminar el hambre y la pobreza en que vive un 70 por ciento de sus 10 millones de habitantes, con una tasa superior del 50 por ciento de desempleo y la peor distribución de la riqueza en el hemisferio occidental.
Precisó que los sectores populares no fueron consultados acerca de un gobierno transicional, y por tanto cualquier solución que surja a partir de este domingo podría ser repudiada por el pueblo, con el peligro de una nueva intervención estadounidense, aunque las condiciones en América Latina, refirió, no permitirían esa situación extrema aplicada en otros años.
En agosto pasado, poco antes de los comicios parlamentarios, que también fueron sancionados por fraude, llegó a Puerto Príncipe John Kerry, secretario de Estado de la Casa Blanca, para conocer de cerca el proceso. En esa ocasión, grupos armados cerraron los centros de votación y una cuarta parte de las boletas ni siquiera se escrutaron.
Estados Unidos fue uno de los patrocinadores de los recientes comicios, y entregó para garantizar un buen desempeño, dijo Kerry, un fondo de 30 millones de dólares, (de 100 millones de costo absoluto) por lo que – según políticos haitianos- no solo perdió el dinero, sino que la imagen exitosa y democrática que pensaban presentar ante el mundo se tornó en su contra.
Jake Johnston, investigador asociado del Centro para la Investigación Económica y Política en Washington (CEPR, sus siglas en inglés) denunció los intereses norteamericanos en Haití y refirió que a pesar de las denuncias de fraude Washington insistió en una segunda vuelta.
“Es una enorme cantidad de dólares, afirmó, como para permitir una crisis interna y admitir la cancelación de los comicios”, afirmó Johnston.
Será preciso esperar, entonces, qué puede ocurrir en Haití a partir de este domingo cuando, se supone, comienza otra etapa política en Haití, que ojalá transcurra de manera pacífica. Por lo pronto Martelly cumplió con su deseo expresado en varias ocasiones: “No estaré ni un día más después del 7 de febrero”.
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