Una imagen que parecía olvidada en Argentina recobró vida este 8 de enero —dos días antes del primer mes de gobierno de Mauricio Macri— cuando la policía arremetió contra cientos de trabajadores que protestaban en La Plata por la ola de despidos que sacude a ese país, algo impensable durante los gobiernos de Néstor Kirchner y su esposa Cristina Fernández en los 12 años precedentes.
Macri, un empresario millonario, exgobernador de la Ciudad de Buenos Aires, expresidente del club de fútbol Atlético Boca Juniors, ganó las elecciones presidenciales por la coalición de derecha Cambiemos con una reducida diferencia de tres puntos (51,4 % contra 48,6 %) con Daniel Scioli, del oficialista Frente para la Victoria (FpV), quien prometió en su campaña continuar la política de los Kirchner. Ese matrimonio de políticos sacó a Argentina de la ruina económica para situarla entre las naciones más prestigiosas de la región.
En apenas un mes, con el Congreso Nacional en su contra, este empresario devenido político, impuso su voluntad neoliberal mediante 29 Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) como característica distintiva de su gobierno hasta ahora.
Los DNU están encaminados a revertir la política nacional —de un gobierno de unidad regional e integracionista— a otro en el que ya se observa la entrada en grande, en los próximos meses, al sistema de libre mercado, unido en sus relaciones exteriores a Estados Unidos e Israel —por citar dos ejemplos— en su viraje conservador.
Con discursos de poco contenido político, el presidente se dio a la acción rápidamente en una nación polarizada y en la que solo van perdiendo terreno los más vulnerables, pues en esta transformación forzada por los grandes capitales la oligarquía mantendrá sus privilegios, no solo ahora, sino en el proceso de retroceso en que ya está inmersa Argentina.
Hijo de un inmigrante italiano que llegó a Buenos Aires en 1944 devenido millonario en pocos años, Macri ya puso sobre el tapete varias medidas que levantan el disgusto de una altísima parte de la población. En solo un mes, puso en la calle a 12 000 empleados públicos en una peligrosa táctica para el desmantelamiento del Estado.
Lo ocurrido este mes es solo un botón de muestra, pues la vicepresidenta Gabriela Michetti —vicejefa de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hasta mediados de 2009— advirtió que continuará el ajuste laboral en el Estado, con lo que significativamente traerá a las familias en sus posibilidades económicas.
Tales despidos levantaron una andanada de protestas en las calles, reprimidas por las autoridades. En La Plata, Buenos Aires, la confrontación llegó con la reclamación de más de cuatro mil despedidos que pidieron ser recibidos por el intendente de la Alianza Cambiemos, Julio Garro. Sin ver al dirigente, lo que lograron fueron los ataques de los uniformados con disparos de goma, bastonazos, gases lacrimógenos y empujones, indicaron medios de prensa.
Garro es miembro del Partido Propuesta Republicana y su postura se considera una cacería de brujas contra quienes apoyaron los gobiernos kirchneristas.
En otra movilización, artistas e intelectuales, dirigentes políticos y gremiales y ciudadanos autoconvocados en las redes sociales participaron en una protesta realizada a mediados de la semana pasada por empleados del Centro Cultural Kirchner, donde solo quedaron 175 de los 715 ocupados en esa institución.
En opinión del secretario general del Sindicato de Trabajadores del Estado (ETA), Hugo Godoy, Macri y comparsa “piensan que el país les pertenece al despedir a empleados públicos e incorporar a trabajadores adeptos” al nuevo gabinete. En estos momentos hay más de 60 000 contratos en revisión por el gobierno.
Otro decreto que removió los cimientos de la sociedad argentina fue la evidente confabulación del ejecutivo con los monopolios de la prensa local, en especial el oligárquico Grupo Clarín cuando solo 13 días después de su entrada a la Casa Rosada dictó la intervención de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) y la Autoridad Federal de Tecnologías de la Información y la Comunicación (Afstic), instituciones reguladoras de las telecomunicaciones y los medios audiovisuales.
El ministro de esa rama, Oscar Aguad, afirmó que tales organismos y sus jefes “no responden a las nuevas instancias”, gubernamentales y funcionarán bajo su órbita, en lo que se espera es el primer paso para derogar la Ley de Medios de Argentina.
El Grupo Clarín —que proyecta las posiciones de la derecha incluso en la región— propició la guerra mediática contra los programas progresistas de los Kirchner, pero fue neutralizado con la legislación antimonopolio de la comunicación.
Esa decisión, recibida en medios políticos como una muestra de la represión que se impone en Argentina, suprimirá del espectro audiovisual —según declaraciones del titular— a las formaciones políticas y sus dirigentes que se opongan a Macri en lo que ya se prevé como una lucha frontal de clases. No puede olvidarse que el kirchnerismo educó y organizó a la juventud peronista, que presentó en estos días sus cartas en las calles desde la primera medida negativa.
Muestra de la represión que sufrirá el pueblo argentino vivió la respetada Asociación de las Madres de Playa de Mayo. A principios de este año, elementos fascistas atacaron la estación radial Madre AM 530, rompiendo muebles y equipos y amenazando de muerte a los trabajadores, en una clara acción de provocación de la reacción local.
El movimiento realizado en el sistema cambiario también trajo preocupaciones a los argentinos, que conocieron el 16 de diciembre que —según Macri— se acababa lo que denominó “cepo cambiario”, implantado por la presidenta Fernández para impedir la creciente fuga de capitales.
En el nuevo gabinete, en el que abundan empresarios y exgerentes de grandes transnacionales, se adoptó la decisión de la subida del dólar, y así —opinaron ante la prensa— serían innecesarias otras devaluaciones. Como resultado, en las primeras horas de las operaciones hubo una depreciación del peso, la moneda nacional, en al menos 47 por ciento sin existencia del control de cambios.
Expertos consideran que las promesas de campaña de Macri adelantaron la disolución del control cambiario, lo cual implica —dicen las fuentes— no solo la devaluación sino también la transferencia de ingresos a los exportadores, más inflación y la caída del salario real.
Este 2016 que apenas comienza traerá nuevas tribulaciones. Por ejemplo, el titular de Hacienda en la Ciudad de Buenos Aires, Néstor Grindetti, dijo en noviembre pasado a la cadena multinacional Telesur que este año “llegarán muchos fondos de organismos financieros que ofrecerán préstamos, como el Fondo Monetario Internacional (FMI)”, en lo que puede ser el primer eslabón de una cadena de deudas de las que Argentina se desembarazó con los Kirchner.
También está sobre el tapete que el gobierno entrará en contacto con los fondos buitre (acreedores internacionales de Argentina que son poseedores de bonos y títulos públicos), cuya imposibilidad de pago y la negociación del compromiso derivó en un largo litigio ganado por el Estado de la nación suramericana. O sea, volver a la posición equivocada.
Otro elemento que habla de la política del mandatario es su anunciada visita al Foro Económico Mundial de Davos, lo cual no sería nada importante, si antes se hubiese pronunciado por estar presente en el Foro Social Mundial de Puerto Alegre, paralelo al oficial de la ciudad suiza, como hacen otros dirigentes latinoamericanos.
Desde que Kirchner asumió en 2003, Argentina dejó de asistir a las reuniones, lo cual también hizo su sucesora durante sus dos mandatos. Macri, sin embargo, asistió a ese encuentro como jefe de Gobierno porteño en los últimos años. Otros líderes latinoamericanos se personan en la ciudad suiza, pero como los brasileños Luiz Inacio Lula da Silva y Dilma Rousseff han solicitado allí una reforma del sistema financiero internacional.
Aunque se anunció su confirmación a Suiza, el mandatario, o su cancillería, no se han pronunciado sobre la IV Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños que se celebrará el próximo día 27 en Quito, Ecuador. Tampoco, y como muestra relevante de su política exterior, ha hablado públicamente sobre otros foros integracionistas de la región, como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) o la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA).
Al parecer, el inquilino de la Casa Rosada no cree en la postura integracionista de la región, e intenta desconocer la unidad creada dentro de la diversidad política e ideológica de los mandatarios que integran esos mecanismos.
Lo que ya hizo con una absoluta postura injerencista fue reclamarle a Venezuela en la reciente cumbre del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) la liberación de los ciudadanos encarcelados por ser los autores intelectuales, y en algunos casos personales, de atentados y acciones violentas que ocasionaron en el 2014-2015 más de 40 fallecidos y decenas de heridos.
Con absoluto desenfado, como si pensara en convertirse en el líder de MERCOSUR, donde sus pronunciamientos contra el gobierno venezolano fueron rechazados, Macri solicitó la libertad de Leopoldo López y Antonio Ledezma, entre otro grupo de condenados por la justicia, pero encontró la negativa en los restantes miembros de la organización: Brasil, Dilma Rousseff; de Uruguay, Tabaré Vázquez; y de Bolivia (país en proceso de adhesión), Evo Morales. Horacio Cartes, de Paraguay, devino un nuevo aliado del dignatario argentino
Muestra de su simpatía por la contrarrevolución venezolana es que Macri tuviera a su lado en las festividades por su victoria electoral a Lilian Tintori, la esposa de López.
Aunque faltan 10 meses aún, parece seguro —según el diario estadounidense The New York Times— que el presidente Barak Obama visitará Buenos Aires, ya en el ocaso de su mandato, luego de viajar a Perú.
De acuerdo con el rotativo, Obama asistirá en Lima a la reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, instancia que impulsa el recientemente firmado TPP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica), impulsado para elevar la influencia del gigante norteño en Asia, a expensas de la ausencia de China en este tipo de acuerdo comercial.
Analistas consideran que el mandatario estadounidense buscará la complicidad de Macri, dispuesto a flexibilizar el Mercosur (que lo logre es diferente) para unirse a la Alianza del Pacífico, y tener una base sólida para cambiar los principios del ente de integración más antiguo de Suramérica, y de paso sembrar la desunión en la economía regional e intentar la desaparición de la Celac y Unasur.
De hecho, quedó relegada la petición hecha por la presidenta Fernández para que su país se integrara a los Brics, dado su peso económico en América Latina y El Caribe.
El nuevo presidente, por el contrario, expresó que revisará los acuerdos firmados con China, la segunda economía mundial, entre ellos la construcción de dos gigantescas represas en el sur del territorio nacional. El argumento de Macri es que “hay que abrirse al mundo” y la economía de su país no puede depender de China y Rusia (miembros del grupo Brics junto a Brasil, India y Sudáfrica).
Tras un primer mes de gobierno de Macri, no hay concesiones ni gradación en las medidas antipopulares. No esconde su conciencia neoliberal. No le importa adonde podrá llevar a la economía de su país, ya que sus millones de dólares no corren peligro. Las advertencias de campaña, aunque solapadas, bastante entendibles, se están cumpliendo a un ritmo acelerado.
vangelys
11/1/16 10:47
HLA LIDICE...GRACIAS POR TU ARTICULO...HE ESTADO SIGUIENDO LAS NOTICIAS DE ARGENTINA DESDE LA LLEGADA DE MACRI A LA PRESIDENCIA.....Y ES INTERESANTE COMO DA LA IMPRESION DE UNA TOMA DE DECISIONES SIGUIENDO UNA RUTA CRONOLOGICA GUIADA DE ANTEMANO, PASO A PASO......UN PLAN BIEN PRECONCEBIDO Y UNA ARGENTINA QUE VA EN PICADA CADA DIA QUE PASA, Y LOS ARGENTINOS QUE AUN NO SE UNEN PARA LEVANTARSE CONTRA LO YA CLARAMENTE VISIBLE....ES UNA PENA......GRACIAS POR TU ARTICULO NUEVAMENTE...
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.