Río de Janeiro, la Ciudad Maravillosa de Brasil, posee altos índices de violencia, pero no es la más peligrosa del país, por lo que analistas entienden que detrás de la intervención militar federal decretada por el presidente de facto, Michel Temer, para ese Estado, existe una farsa política para facilitarle al Gobierno la implantación de nuevas medidas de ajustes y privatizaciones.
La conjetura es lógica. Temer tiene el compromiso con los grandes capitales de la nación suramericana de aplicar una serie de disposiciones neoliberales este año, entre ellas la anunciada venta de Electrobras, el monopolio estatal de la electricidad, y la reforma de las pensiones y jubilaciones, por citar dos ejemplos que él, dice, considera necesarias para elevar el crecimiento del país y mejorar las cuentas públicas.
Pero, este viejo camaleón de la política no tiene un pelo de tonto. La reforma de las pensiones y jubilaciones que afecta directamente a la clase obrera motiva continuas protestas y manifestaciones públicas, por lo que su aprobación en el Congreso Nacional podría desestabilizar más la nación. Y al Ejecutivo no le conviene una imagen de incompetencia que aleje a los eventuales inversionistas extranjeros.
Para evitar tal situación, ¿qué se les ocurrió a los tecnócratas que acompañan al líder del tradicional Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) en un año electoral en que harán lo imposible para impedir que un candidato de la izquierda, o progresista al menos, asuma las riendas del Palacio del Planalto?
Además, si Temer no cumple con el pase al neoliberalismo pactado con la oligarquía cuando lo apoyó para darle un golpe de estado parlamentario a la electa presidente Dilma Rousseff en 2016, es seguro que terminando su mandato, el 1 de enero del próximo año, irá a prisión por varios cargos de corrupción, “perdonados” hasta ahora.
Río de Janeiro es un Estado del sureste cuya economía depende en lo fundamental del turismo. En los municipios habitan 16,7 millones de personas. La capital fluminense, de igual nombre, es la segunda con más personas en Brasil: son 6,5 millones de diferentes estratos sociales que viven bajo dos gobiernos paralelos, el oficial y el del narcotráfico —asentado en sus estratos más bajos en las favelas— cuyos jefes residen en las zonas exclusivas de la ciudad, según medios de prensa cariocas. Está dividido en 34 Regiones Administrativas, que incluyen los 160 barrios del municipio. También está subdividida en 19 subprefecturas.
ESTRATAGEMA DEL GOBIERNO DE FACTO
La estratagema del gobierno está en su apogeo. La primera decisión fue decretar de su puño y letra —este martes fue aprobado en la Cámara de Diputados— la intervención militar federal en el balneario más famoso de Brasil, que solo en el reciente Carnaval recibió a mas de tres millones de turistas extranjeros, sin que se reportaran incidentes mayores. Pero sí, y por primera vez en muchos años, comparsas y carrozas eran acompañadas con cánticos contra el gobierno.
Aunque no es la más peligrosa —antes están Ceará, Alagoas y Paraíba— Río se lleva las palmas mediáticas por sus características, entre ellas que más de dos millones de personas viven en favelas o barrios marginales, aunque la mayoría son trabajadores inmigrantes internos.
El Senado aprobó este martes el arribo de los militares federales a Río con 55 votos favorables y 13 en contra, además de una abstención.
Los senadores contrarios indicaron el temor a que la violencia aumente mientras estén allí los federales, en especial los más pobres. Para la senadora opositora Gleisi Hoffmann (Partido de los Trabajadores PT), la situación de la también llamada “vitrina de Brasil” no es de ahora.
En su opinión, la decisión ejecutiva tiene carácter político, pues otros territorios presentan índices superiores de homicidios.
El senador Roberto Requiao, del partido de Temer, dijo que el prestigio de las Fuerzas Armadas está en juego ante la posibilidad de un fracaso. “La crisis de seguridad en ese Estado es reflejo de la baja inversión del gobierno, que estaría ligado a los intereses del mercado”, reflexionó.
Refirió Requiao que El Senado participó en una “farsa mediática. La responsabilidad está en nuestras manos porque la población pobre no puede ser masacrada”.
Otros legisladores, como Lindbergh Farias, catalogaron la presencia de los uniformados como “una mentira con intenciones políticas”, mientras su colega de escaño catalogó el decreto de Temer como “una pieza de marketing”.
El senador Renan Calheiros, recordó que el gobierno estadual fluminense estuvo de acuerdo con la disposición, y precisó que la intervención “es apenas decorativa”, además de una burla a la Constitución de 1998 y presentó una cuestión de orden por irrespeto al texto, ya que Temer no especifica las condiciones necesarias para una intervención.
EL MEOLLO DE LA INTERVENCIÓN
La injerencia militar federal en Río de Janeiro no es más que un pretexto para impedir que el Congreso Nacional discuta la reforma de la jubilación, pues algunos legisladores consideran que el 2/3 necesario no será alcanzado en un año electoral, dado el rechazo popular a la disposición. Otros consideran que la Constitución Nacional prohíbe la promulgación de leyes mientras haya una intervención militar federal, prevista para finalizar en diciembre próximo.
El ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, fue claro al respecto: el cambio en el régimen de jubilaciones y pensiones es la principal medida necesaria para destrabar la economía, pero el país, señaló, puede esperar para aprobar la reforma mientras dure la intervención en Río de Janeiro.
Según informó el diario Jornal de Brasil, Meirelles confirmó que la reforma de la Previdencia no es algo que haga efecto a corto plazo, sino que es acumulativo y afirmó que varias medidas fiscales pueden mejorar la economía de manera rápida.
En su opinión, las 15 disposiciones que decretará Temer tendrán una repercusión inmediata, en tanto precisó que el día que se anunció la intervención militar la reacción del mercado fue positivo.
El ministro de Planificación, Dyogo Oliveira, anunció que por el momento no hay previsto aportes de recursos para Río de Janeiro, y si los hubiera serían pequeños, solo para cubrir los gastos de movilización del personal federal.
Precisó que ese Estado recibió préstamos recurrentes del programa de recuperación fiscal y a cambio el gobierno estadual privatizó la compañía de saneamiento básico e introdujo un programa de ajuste fiscal con alza de impuestos locales y corte de gastos.
El Palacio del Planalto informó sobre las pautas priorizadas para este año, entre ellas el decreto de privatización de Electrobras y el de la Ley General de Telecomunicaciones, reformulación en las leyes de finanzas públicas y de licitaciones.
Otras son disposiciones de ajuste fiscal, como adelanto de los reajustes de los servidores, aumento de la contribución a la jubilación de los funcionarios públicos y aceleración del alza de la productividad en el área económica.
Temer piensa “despedirse” en grande del Palacio del Planalto, acompañado de una estela de ventas de recursos económicos, descrédito personal, corrupción, tráfico de influencias, y traición a Dilma Rousseff, ya que organizó y concilió con los poderes Legislativo y Judicial el fraudulento golpe de Estado en su contra en 2016, cuando se desempeñaba como su vice.
El llamado camaleón político, que solo es aceptado por el 5 % de los brasileños, pasará a la historia contemporánea de Brasil, además, como el gran farsante.
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