En su debut en la Asamblea General de Naciones Unidas, el presidente de Estados Unidos Donald Trump aplicó su personalidad disruptiva, belicosa y nacionalista, que destrozó las normas políticas estadounidenses y señaló un intento para transformar el papel de Estados Unidos en el mundo y el propio sistema internacional, interpretó CNN del espectro de su presidente.
Pero dijo más, fue oscuro y con un dejo de autoritarismo lleno de amenazas: ninguno de sus predecesores, por ejemplo, se paró frente a la cámara de la ONU y amenazó con borrar a un país del planeta (en este caso, Corea del Norte). El presidente culpó a los “estados canallas” y derrochó retórica al estilo George W. Bush para poner a Pyongyang, Irán, Venezuela y Cuba bajo aviso.
La comparación es obligada. Desde los neoconservadores y George W. Bush, hasta Barack Obama e Hillary Clinton, habían sido capaces de disfrazar sus guerras como de “intervenciones humanitarias” con la doctrina de “extender los valores occidentales”, exportar la “democracia” y proponerse “construir naciones” para desembocar en guerras en los Balcanes, Irak, Afganistán y Libia
Sin embargo, sin sutilezas, Trump postuló la “soberanía nacional”, el “estado nación” y el “patriotismo” como los fundamentos de las alianzas y la “cooperación internacional” y de esta manera, intentó demostrar que su eslogan de America First es compatible con el militarismo y la intervención selectiva, indicó la analista argentina Claudia Cinatti.
La palabra “soberanía” es la encarnación de la visión de política exterior de “Estados Unidos primero” que tiene Trump. El presidente le dejó claro al mundo que EE.UU. actuará, en última instancia, pensando en su interés propio y recomendó a otros países hacer lo mismo, también observó CNN.
Si como dijese el prócer mexicano Benito Juárez, el respeto al derecho ajeno es la paz, la fórmula de Trump es incompatible con las necesidades de un planeta que se está debatiendo entre guerras y cambio climático, como nunca antes se vio en las Naciones Unidas.
Sin embargo, los enemigos de Estados Unidos (y de la humanidad), el “nuevo eje del mal de Bush“ son Corea del Norte, Irán, Venezuela, Cuba y el socialismo.
El primero en América Latina en salirle al paso fue el presidente de Bolivia, Evo Morales, en entrevista para teleSUR: “El presidente de EE.UU, Donald Trump tiene doble moral, tiene soberanía, paz y respeto mutuo, pero ataca y condena al socialismo. Es el jinete del imperialismo que intenta destrozar a países antiimperialistas”.
Por su parte, a nombre de Cuba, el canciller Bruno Rodríguez fue terminante:"El Presidente estadounidense manipula los conceptos de soberanía y seguridad en su exclusivo beneficio y en detrimento de todos, incluidos sus aliados".
Mientras, alertó que la tentativa de utilizar la amenaza militar y la fuerza para detener la tendencia mundial irreversible al multipolarismo y policentrismo provocará graves peligros para la paz y la seguridad internacionales, que deben ser defendidas y preservadas mediante la movilización internacional.
“Son momentos en que la conducta agresiva y el unilateralismo, especialmente del Gobierno de los Estados Unidos de América, plantea peligros y dilemas inevitables”, dijo Rodríguez Parrilla, quien añadió, que el “patriotismo” que se invoca en el discurso de los Estados Unidos es una perversión del humanismo, el amor y la lealtad a la Patria, y del enriquecimiento y defensa de la cultura nacional y universal. Encarna una visión excepcionalista y supremacista de ignorante intolerancia frente a la diversidad de modelos políticos, económicos, sociales y culturales.
No se puede hablar de paz, ni siquiera de una esperanza, cuando el magnate que gobierna Estados Unidos, con ínfulas de matón, glorifica que tienen el mejor ejército del mundo, que su economía crece y que gastarán casi $700 mil millones en temas militares y de defensa. El militarismo es la oferta deplorable.
Por otra parte, las amenazas y calificativos groseros, que se dice que escandalizaban al mundo de la diplomacia en los mismos Estados Unidos, han tenido como nunca respuestas variadas, pero no complacientes en la 72 Asamblea General de las Naciones Unidas.
No vale la pena, ni siquiera reseñar aquellas frases de Trump que pasarán como vergüenza a la diplomacia mundial, pero es imperioso, que al respecto de Cuba, se señalen estás conclusiones del canciller Rodríguez Parrilla:
”Expresamos en esta ocasión la más enérgica condena a las declaraciones irrespetuosas, ofensivas e injerencistas contra Cuba y el gobierno cubano, realizadas hace tres días en esta tribuna por el presidente Donald Trump. Le recordamos que los Estados Unidos, donde se cometen flagrantes violaciones de los derechos humanos que suscitan profunda preocupación en la comunidad internacional, no tienen la más mínima autoridad moral para juzgar a mi país. Reafirmamos que Cuba nunca aceptará, ¡jamás! condicionamientos ni imposiciones, ni renunciará a sus principios.”
Nada, que Donald Trump no hizo aporte alguno en la ONU para la paz, y hasta cercenó cualquier esperanza de que el mundo actual tenga solución para la mayoría de la humanidad, por el rumbo que traza el imperio decadente de Estados Unidos.
En todo caso, lo que hemos visto es que Trump desplumó a la paloma de la paz, en la que se suele llamar su casa.
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