Presentir y prever constituyen pasos por delante contra toda indeseada sorpresa proveniente de quienes mal te quieren.
En consecuencia, tanto Rusia como China han develado por estos días atributos claves de sus respectivas estratégicas en diferentes aspectos de la vida nacional, frente al inestable y riesgoso escenario que vienen imponiendo al planeta las fuerzas hegemónicas lideradas por Washington, y sus afanes de borrar toda resistencia a semejante desmadre.
Así, en alocución pública, el presidente ruso, Vladímir Putin, presentó al país la renovada Estrategia de Seguridad Nacional, la cual puntualiza la necesidad de fortalecer todas las ramas locales que apunten a la defensa de la soberanía, la independencia y la integridad del gigante euroasiático, así como los puntos donde se hará especial énfasis en los próximos tiempos.
Según el documento, Rusia asume como enteramente legítimo el “adoptar las medidas simétricas y asimétricas necesarias en respuesta a acciones hostiles por Estados extranjeros”, y en ese sentido resumió que la implementación del citado programa “contribuirá a proteger el pueblo de Rusia, desarrollar el potencial humano, mejorar la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos, fortalecer la capacidad de defensa, la unidad y cohesión de la sociedad rusa, y lograr los objetivos de desarrollo nacional, aumentando la competitividad y el prestigio internacional del país”.
En la práctica, reza el documento, ello se concreta ya no solo en proteger la integridad territorial y material de Rusia, sino además, en cuidar y proyectar aún más “los fundamentos espirituales y morales tradicionales de la sociedad rusa”, así como su rica y heroica historia.
El plan, por tanto, apunta contra la creciente tendencia de los enemigos de pretender la “occidentalización”, en el peor de los sentidos, de las mentes de los ciudadanos rusos a través de la dolosa y amplia infraestructura informacional enemiga, y el ataque, en todas sus variantes, contra los medios y servicios nacionales informáticos y de divulgación y comunicación públicas.
Tenemos evidencia, precisó Putin, de que “las Fuerzas Armadas de esos Estados están elaborando acciones para destruir los establecimientos de la infraestructura informativa de importancia crítica para Rusia”.
Tras un balance del creciente nivel agresivo que desde Washington y la OTAN enfrenta su país, el estadista enfatizó, como parte de la estrategia nacional, que “solo una combinación armoniosa de un Estado fuerte y el bienestar humano garantizarán la formación de una sociedad justa y la prosperidad de Rusia”, en consecuencia son renglones prioritarios la defensa, la unidad interna, la estabilidad política, la modernización económica, el desarrollo industrial y la no dependencia de medios financieros de poderes rivales.
Paralelamente, en Beijing ministerios chinos anunciaron una directriz conjunta de orden estratégico que apunta a desarrollar para 2025 más de 10 000 empresas locales llamadas “pequeños gigantes”, y cuya tarea será asegurar “avances en sectores y cadenas de suministro específicos y críticos donde el país puede ser vulnerable en medio de una guerra tecnológica propugnada por los Estados Unidos”.
Estas ágiles empresas de alta especialización tendrán a su cargo evitar posibles brechas de tecnología de avanzada en aquellos establecimientos productivos de alto porte dentro del amplio sector manufacturero local.
Según analistas chinos, se trata de aprovechar la creatividad y capacidad técnica en todas sus dimensiones en medio de la guerra económica decretada por Washington, para contar con respuestas efectivas e inmediatas en caso de que alguna gran empresa vea limitada sus capacidades, con la consiguiente afectación a todo su sector y a la cadena de nacional de manufactura.
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