Dado a no cumplir muchas de las cosas con las que endulzó al electorado durante su campaña electoral, el presidente Joe Biden sigue jugando la carta de la irresponsabilidad, la manipulación y el oportunismo con respecto al pretendido regreso de Washington al pacto nuclear internacional con Irán.
Como se recuerda, la administración de Donald Trump decretó unilateralmente su retiro de un documento multilateral cuya elaboración involucró a un buen número de países durante un prolongado lapso de negociaciones, actitud que Biden criticó insistentemente en su rival mientras prometía a los votantes estadunidenses la enmienda de semejante dislate republicano.
Solo que, “de las palabras a los hechos hay un buen trecho”, sobre todo en políticos que tienen una estrategia hegemonista común más allá de sus filiaciones partidistas, y que basan su actuación personal en una práctica sinuosa y oportunista, por encima de los principios y la lealtad a sus compromisos públicos.
De manera que, aun cuando desde abril sesiona en Viena una mesa de trabajo de los firmantes del pacto (Irán, Rusia, China, Gran Bretaña, Francia y Alemania) para facilitar la preservación del acuerdo nuclear y la reincorporación estadounidense, en la Casa Blanca los devaneos y maniobras no cesan.
Rememoremos que Trump no solo dejó atrás el citado protocolo, sino que además, y también por cuenta propia, impuso a Teherán una larga lista de las consabidas “sanciones” tan comúnmente utilizadas contra los “desafectos” y “enemigos” de USA.
Con toda razón, por tanto, Irán reclama el fin de tales medidas coercitivas para dialogar con la Casa Blanca, a la vez que rechaza “la novedad” añadida por la administración demócrata de subvertir la letra original del pacto y sumarle incluso la supervisión de los programas defensivos iraníes, sobre todo en materia de misiles.
Por demás, Biden se colocó públicamente al lado de los grupos terroristas que accionan contra Irán, y justo días atrás envió una representación a una pretendida convención de la entidad extremista denominada Muyahidín Jalq o MKO, por sus siglas en inglés, autora de numerosos actos de barbarie contra Teherán.
Paradójicamente, Francia (firmante del pacto nuclear) fue la sede que dio acogida al citado intercambio, al que asistieron además funcionarios canadienses y galos, según indicaron medios de prensa.
Así, aun cuando al responder cuestionamientos de los medios informativos el presidente norteamericano repita la letanía de su “voluntad de regresar al pacto nuclear con Irán”, en la realidad tangible y concreta no hace otra cosa que entorpecer toda negociación seria y decente, levantar campañas mediáticas anti iraníes para endilgar a otros sus propios pecados e inconsecuencias, y pretender remodelar todo lo tan laboriosamente firmado al gusto de la línea injerencista y prepotente con la que intenta “reconquistar la primacía mundial de los Estados Unidos”, versión demócrata del “(Norte) América primero” trumpista.
Irán, mientras tanto, mantiene su diáfana y justa posición de que, o todo queda como era, como se acordó, firmó y celebró, o nadie entonces podrá evitar que el país siga adelante con su vital programa para el uso pacífico de la energía nuclear libre de los compromisos que Washington sabotea insistentemente.
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