El Papa Francisco, quien se caracteriza por impulsar la paz y el diálogo en conflictos internacionales, llegará este miércoles 6 por primera vez a Colombia, una nación donde se trata de poner fin a una guerra civil que duró más de medio siglo.
Francisco, argentino, conocedor como ninguno de sus antecesores de los procesos históricos de América Latina, tratará durante su estancia de cuatro días de impulsar el considerado endeble proceso de pacificación y la reconciliación en un país profundamente dividido en el plano ideológico.
El jefe de la Iglesia Católica ha seguido las negociaciones entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) en La Habana, Cuba, que duraron más de cuatro años y culminaron con el Acuerdo de Paz firmado en esa ciudad caribeña, y luego, rectificado, en Cartagena de Indias.
En su deseo de crear condiciones para una paz duradera, Francisco se reunió el pasado 16 de diciembre con Santos y con el senador y ex mandatario ultraconservador Álvaro Uribe, uno de los mayores y poderosos opositores al cese del fuego y cambios en las actuales estructuras del país, siempre favorecedoras a las grandes oligarquías a las que él pertenece.
El asunto a tratar fueron las diferencias de opinión de los dos líderes colombianos al respecto, pero el intermediario fracasó en su empeño, y terminó la plática con su bendición a los Acuerdos de La Habana.
La pacificación continúa, a pesar de Uribe y el gran capital, y la visita papal ocurre en momentos decisivos para el pase de las guerrillas a la vida civil, cuando se hace evidente, además, la inercia del gobierno en cumplir puntos básicos del documento firmado el pasado año en Cartagena de Indias.
Mientras las FARC-EP cumplen estrictamente sus compromisos suscritos, Santos sigue permitiendo, por citar un ejemplo de su falta de voluntad, la presencia, ahora multiplicada, de grupos paramilitares que en lo que va de año asesinaron a más de 50 activistas sociales y exguerrilleros, estos últimos desprotegidos al entregar sus armas y conocerse públicamente sus identidades.
En ese sentido, analistas recordaron que aunque las antiguas guerrillas FARC-EP desaparecieron como tales, dando paso a un nuevo partido político, aún quedan muchos puntos por resolver por la parte oficial, entre ellas la aplicación de la Ley de Amnistía, la distribución de las tierras y la seguridad de los exsoldados que luchaban por un país más justo.
Como muestra de su interés en recomponer el espectro político nacional, el pasado viernes, y luego de un Congreso Nacional fundacional, las FARC-EP pasaron a la vida civil con la presentación de su nueva filiación política denominada Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc), el que, con ese nombre, recuerda los inicios del grupo armado en Marquetalia.
EL PAPA VA A ESCUCHAR
El Papa, cuya función no es política, viene a escuchar, dijeron varios de sus voceros oficiales.
Francisco sostendrá reuniones con actores del conflicto armado, entre ellos el Ejército Liberación Nacional (ELN) —ahora en negociaciones con el oficialismo en Ecuador—, las victimas de los dos bandos, y pobladores de cuatro ciudades y barrios pobres de uno de los países más desiguales en la distribución de renta del mundo.
El arzobispo colombiano Octavio Ruiz, quien acompañará la delegación vaticana, precisó que “el papa llega a un país muy polarizado, pero sabe que todos los colombianos anhelan la paz, una paz en el espíritu de la solidaridad y la justicia. Una paz posible sólo si se atacan las causas de la injusticia social, la desigualdad, la opresión”.
Los temas de que hablará el Sumo Pontífice en las emblemáticas ciudades de Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena de Indias serán familia, religión, reconciliación y naturaleza, estos dos últimos priorizados en su pontificado.
En este viaje, al que fue invitado por Santos en 2014, pero solo aceptado en esta ocasión, también celebrará misas multitudinarias dedicadas a la paz, lo cual será como un bálsamo para una población mayoritariamente católica, que al menos en el papel cerró una etapa de guerras con saldo de 260 000 muertos, 45 000 desaparecidos y 6,9 millones de desplazados internos y a naciones fronterizas.
Esta tercera visita de un pontífice a Colombia, después de la de Pablo VI en 1968 y la de Juan Pablo II en 1986, fue definida con el lema “Demos el primer paso” en alusión a las posiciones contrapuestas de los reacios a la paz y la estabilidad nacional, y el compromiso de las partes en forma activa a la construcción de una nación pacífica, próxima a un cambio presidencial en el 2018.
En ese sentido, el sacerdote colombiano Fabio Suescún, jefe del comité de preparación de la estancia papal, aclaró a periodistas que “Dar el primer paso significa reconocer el sufrimiento de otros, perdonar a quienes nos han herido, volvernos a encontrar como colombianos, entender el dolor de los que han sufrido, sanar nuestro corazón, descubrir el país que se esconde detrás de las montañas y construir un país en paz”.
Para algunos analistas, la presencia de Francisco, de 80 años, busca despejar el ahora nebuloso camino hacia una paz inquebrantable, acercando a los involucrados, incluidas las fuerzas de derecha comandadas por Uribe, cuyo partido, el Centro Democrático (CD), luchará por la Primera Magistratura.
La posibilidad de que el ahora Senador pretenda retornar al Palacio de Nariño o situar allí a uno de sus delfines políticos sería, opinan esas fuentes, un duro golpe a lo alcanzado en el orden interno, pues el CD no dudará en suspender el o los Acuerdos ya logrados para esa fecha.
Varios gestos de aproximación al pueblo colombiano realizará el Papa Francisco, el primer latinoamericano en ese cargo, cuando en Villavicencio beatifique a dos sacerdotes víctimas de la violencia en momentos históricos distintos.
En Cartagena rendirá homenaje en su tumba al jesuita San Pedro Claver, miembro de su misma comunidad religiosa, gran defensor de los esclavos y una de las figuras carismáticas del cristianismo en el siglo XVII.
Otras fuentes eclesiásticas indican que aunque Colombia es el séptimo país con más alto número de católicos en el mundo, la religión está amenazada por nuevos movimientos religiosos protestantes, evangélicos y cristianos.
Para el sacerdote jesuita Luis Felipe Gómez, este viaje de Francisco fortalecerá las raíces del catolicismo.
“Nadie duda del arraigo del pueblo al catolicismo. Sin embargo, se ha venido perdiendo poco a poco por la secularización. También se ha ido perdiendo feligresía en las iglesias, además de que puede tener un impacto particularmente positivo para el proceso de paz, bien sea para animarlo, celebrarlo o reafirmarlo y tendrá un impacto en el tema político, en el buen sentido de la palabra, claro está”, precisó.
Por tanto, los colombianos verán al jefe de la iglesia católica, una vez más, en su rol de mediador, rodeado de himnos donde se unirán la alegría de ritmos vallenatos nacidos en el caribeño Valle de Upar con el urbano rap, junto a sus amables palabras, siempre tan necesarias.
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