Decía días atrás un especialista en temas asiáticos que las “preocupaciones” de Washington con respecto a Corea del Norte tienen una asimétrica representación porcentual.
Añadía que, según su criterio, diez por ciento de esas inquietudes se refiere a la seguridad de sus pretendidos aliados de Corea del Sur, veinte por ciento se relaciona con evitar la extensión del llevado y traído “totalitarismo comunista” en la región, y setenta por ciento tiene que ver con la altanería oficial de la Casa Blanca y su obcecada política de imponerse y reducir a otros por cualquier vía.
En consecuencia, no es extraño que desde el Pentágono y otras entidades ejecutivas norteamericanas, se siga hablando con insistencia de “golpear la insolencia nuclear de Pyongyang”, ahora mediante una presunta “incursión militar preventiva” que, como parte de la táctica denominada “nariz sangrienta”, advierta al gobierno de Kim Jong-un sobre represalias bélicas mayores si persiste en su programa atómico.
Un belicoso plan que ha generado el rechazo de al menos dos docenas de congresistas bajo la égida del senador Martin Heinrich, miembro del Comité de Servicios Armados del Senado, quienes en carta publicada por el rotativo The Washington Post recordaron al presidente Donald Trump “que no tiene la autoridad legal para ordenar un ataque de advertencia contra Corea del Norte”, mucho menos cuando es imposible predecir “los riesgos de los errores de cálculo de los gestores y el alcance de las represalias que pueden originarse desde Pyongyang.”
Los parlamentarios en cuestión expresaron su alarma por la forma en que la Casa Blanca está tratando un asunto tan delicado, incluso pasando por alto preceptos constitucionales, y manifestaron su turbación por la negativa de la Oficina Oval de enviar como embajador de los Estados Unidos a Seúl al reconocido experto en temas asiáticos Víctor Cha, quien expresó su rechazo a una opción militar contra Corea del Norte.
Por añadidura, en un encuentro sobre el tema coreano realizado estos días en Rusia, el ex secretario de Defensa (entre 1994 y 1997) William Perry, confirmó que Pyongyang nunca sería el primero en utilizar armas nucleares en Asia, sencillamente porque su aspiración es defenderse del permanente asedio militar estadounidense y no actuar como un burdo fanático suicida.”
Sin embargo, dijo el funcionario en retiro, la insistencia de la Casa Blanca en la ejecución de ataques preventivos contra el Norte de la Península Coreana sí puede desencadenar una nueva y devastadora guerra en la cual el Norte haga uso defensivo de sus más de cien misiles atómicos contra los agresores.
Lo cierto es que, a todas luces, la prepotencia sigue primando sobre la sensatez, la objetividad y el equilibrio en lo que se refiere a la actuación global de la actual administración norteamericana, y semejante manera de proyectarse es capaz de desencadenar daños irreparables a la humanidad.
Al final, las desmedidas diatribas y amenazas anti norcoreanas no lograron frenar el objetivo de Pyongyang de convertirse en un estado poseedor de armas y portadores atómicos como fuertes elementos disuasivos ante las constantes provocaciones y amenazas de la mayor potencia capitalista, y eso, ya lo vimos en los primeros párrafos de estas consideraciones, es una herejía “imperdonable” que obsesiona a buena parte de las mentes retorcidas y supremacistas que hoy lideran al ente hegemonista mundial por excelencia.
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