La historia se remonta a la década de los setenta del pasado siglo y a la lucha de los patriotas del Sahara Occidental, entonces bajo la égida colonial de Madrid, por el logro de su total independencia.
Así, y en medio del notorio desinterés español por mantenerse inmerso en un conflicto sin futuro para sus desgatadas ínfulas imperiales, el Marruecos oficial anunció, sin mayores inconvenientes de la metrópoli ibérica, la anexión del Sahara Occidental a su territorio, y junto a Mauritania abrió las fronteras para remitir sus contingentes militares y a miles de pretendidos “colonos” al nuevo “espacio vital”.
Desde 1975 y hasta la fecha, el pueblo de la excolonia, siempre bajo la dirección del Frente Polisario, indiscutido líder de la lucha, ha librado una larga guerra frontal contra los invasores, fundó la República Árabe Saharaui Democrática (que ha recibido un amplio reconocimiento internacional), obligó a los mauritanos a salirse del conflicto, y logró que la ONU reconociese su derecho a la independencia, soberanía y autodeterminación.
No obstante, el reino marroquí no ha cedido en sus pretensiones anexionistas durante todos estos años, y el enfrentamiento por tanto ha estado latente hasta hoy con no pocos picos de auge materializados en combates e incidentes armados a lo largo del muro (otro más en la historia) que los ocupantes han trazado por amplias zonas desérticas para controlar el paso de civiles e intentar contener a los combatientes independentistas.
Irresoluto por tanto el destino de toda una nación a cuenta de la nociva mezcla de intereses foráneos, no era extraño entonces que el hegemonismo oportunista de Washington estuviese inmerso también en tales aguas, sobre todo cuando el apoyo continuo y decisivo a los patriotas de Sahara Occidental ha correspondido mayoritariamente a gobiernos y naciones progresistas opuestas a todo injerencismo.
- Consulte además: Sahara Occidental: La solución que bloquea Occidente
Y, justo por estos días, la Casa Blanca acaba de dar su aprobación y fervoroso asentimiento de un “novedoso plan marroquí” para la “solución justa y definitiva” del espinoso y prologado conflicto saharaui.
Se trata de la concesión de un “régimen autonómico” a la población local para dilucidar sus temas domésticos, en tanto la política externa, la administración de la región y los asuntos de “defensa”, entre otros temas vitales del Estado, quedarían a cargo exclusivo de Rabat. En pocas palabras, el hundimiento y anulación del reclamo de la verdadera comunidad internacional de zanjar el asunto mediante un referendo abierto sobre la independencia, arreglo que Marruecos ha rechazado siempre.
Según no pocos observadores, el inmediato apoyo de la Casa Blanca a tan “novedoso” plan de solución al conflicto del Sahara Occidental, constituye una vieja y oportunista deuda política de Donald Trump (heredada con todo gusto por Joe Biden), por la cual Washington suscribiría la pretendida “soberanía” de la monarquía marroquí sobre el Sahara Occidental a cambio del reconocimiento oficial por Rabat del régimen sionista de Israel.
Por demás, lamentable en este episodio resulta que Madrid, en boca del presidente del gobierno Pedro Sánchez, calificase el unilateral “arreglo” de Marruecos como la “salida más seria y realista” a la crisis en el Sahara Occidental, echando por tierra el reiterado apoyo español al referendo popular, y colocando de hecho como un obstáculo a la paz la existencia de la legítima aspiración independentista del pueblo saharaui y de su República Árabe Democrática. Todo, según medios de prensa ibéricos, para “intentar mejores relaciones con Rabat”.
Desde luego, en España el descontento no ha demorado en manifestarse, desde los sectores progresistas que defienden una política de apoyo al frente Polisario, hasta una ultraderecha nostálgica que habla de “ceder de manera indigna una parte del reino a una monarquía inferior”.
En consecuencia, entre el giro oficial español y el contubernio doloso de la Casa Blanca, el anexionismo marroquí cuenta ahora con adicionales asideros para insistir en la asfixia de una nación independiente que, cínicamente, no pasa de ser moneda de cambio para los actuales “demócratas” de pura cepa… y allá los saharauis en medio de sus arenas…
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.