Si alguien tiene alguna duda de lo que significa Colombia para Estados Unidos, el relato que hace de su visita a ese país, en febrero de 2001, el expresidente colombiano Andrés Pastrana en su libro La palabra bajo fuego es altamente convincente para demostrar que pocas naciones tienen para Washington una importancia estratégica similar. Dice Pastrana:
“La primera impresión que me llevé de los denominados ‘Halcones’ (Cheney, Rumsfeld y Wolfowitz) fue la de que tenían una postura más escéptica que sus antecesores frente a la opción de buscar una paz negociada con las FARC y el ELN, y que eran partidarios, en cambio, de adelantar más acciones militares contra la guerrilla. No les preocupaba tanto el tema de la droga como el riesgo que significaban estas organizaciones terroristas para la sociedad colombiana y para la defensa de la democracia. Por supuesto, esta es una posición que habría de enfatizarse mucho más después del trágico 11 de septiembre de 2001″.
Añade el exmandatario que luego del comienzo de su “guerra global contra el terrorismo”, “los Estados Unidos rompieron la fila de entrega de helicópteros, entregando primero los que estaban comprometidos con el Plan Colombia que los que ellos mismos necesitaban para su operación en Afganistán contra el régimen talibán”.
Asombroso, pero a los defensores de la democracia que han terminado con cientos de miles de vidas en Iraq y Afganistán, autorizaron la tortura en la ilegal base militar de Guantánamo y el secuestro institucionalizado con vuelos secretos de la CIA, les preocupaba más la aniquilación total de la guerrilla que el combate al narcotráfico. Recuerda Pastrana con orgullo que fue el cuarto jefe de Estado en reunirse con Bush después de los mandatarios de México, Canadá y el Reino Unido.
La colaboración militar de Estados Unidos con Colombia, lejos de disminuir se ha intensificado, pero a pesar de ello el camino de la paz se ha impuesto. Si en 2001 sólo Venezuela y Cuba ofrecían resistencia a la dominación norteamericana en el continente, hoy el aislamiento de Washington es la regla y es La Habana -capital de un país considerado terrorista por EE.UU.-, a donde ha acudido el actual presidente colombiano, Juan Manuel Santos, en busca de la paz. Sin embargo, los halcones con los que habló Pastrana, son reclamados como criminales de guerra en varios países.
Para más paradojas, ante preguntas de la prensa, los representantes de las FARC en la mesa de negaciones declararon no tener secuestrados en su poder desde hace meses, pero los prisioneros de Bush, Cheney, Rumsfeld y Wolfowitz en Guantánamo siguen allí, a pesar de las promesas del Premio Nobel de la Paz Barack Obama, otro halcón disfrazado de paloma.
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