Aún con el incondicional apoyo norteamericano, no importa el partido aposentado en la Casa Blanca, todo indica –según juicios de entendidos en la materia- que el sionismo con trono en Tel Aviv está pasando por no pocos momentos amargos en su papel de gendarme Made in USA y poder otrora determinante en la realidad mesoriental de nuestros días.
De manera que si por las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo todavía Israel podía presumir de su “pujanza” frente a la resistencia árabe y su precedente “victoria” sobre los pobladores palestinos desplazados de sus patios nativos a viva fuerza, para estas fechas los platillos de la balanza indican un giro muy diferente.
Luego de fomentar y aprovechar por años, junto a su eterno socio mayor, las dubitaciones y las divisiones entre posibles rivales, y mostrar una pretendida supremacía bélica regional (incluidos arsenales atómicos aún no declarados fomentados con el apoyo USA y Occidental), el sionismo se aboca hoy a un escenario donde fuerzas multilaterales dislocadas en la zona bajo su “vigilancia” concentran un grado de respuesta nunca antes visto frente a sus frecuentes y agresivas correrías.
No es un fenómeno aparecido de la noche a la mañana. La histórica lucha del pueblo palestino, la resistencia libanesa victoriosa en más de una ocasión frente a las incursiones punitivas israelíes, el surgimiento y papel regional cada vez más relevante de la República Islámica de Irán, y más recientemente la derrota de los planes hegemonistas-sionistas-reaccionarios para desguazar a Siria, colocan a las fuerzas en punga ante un nuevo tiempo nada favorable a la coalición agresiva.
Entidades armadas y de potencia multiplicada como Hamas en las zonas palestinas o Hizbolá en Líbano y Siria, junto al apoyo a las autoridades y el Ejército Nacional sirio de contingentes militares persas y de Rusia, han establecido una barrera cada vez más complicada para un Israel que yo no puede hacer de las suyas sin esperar una respuesta inmediata de sus “blancos.”
De hecho, las reiteradas agresiones con aviones y misiles de Tel Aviv contra Siria rondan el fracaso ante el compacto aparato defensivo con el que cuenta Damasco, mientras que los repetidos bombardeos a la Franja de Gaza han provocado una lluvia de misíles del Hamas palestino sobre puntos sensibles de la geografía israelí.
Algo similar tiene lugar por estos días en que el sionismo parecería inclinado a presionar en Líbano, donde sus experiencias bélicas contra el Hizbolá no han sido nada alentadoras en las últimas dos décadas.
En consecuencia, y con relación a las más recientes agresiones sionistas contra el sur libanés, autoridades de Beirut reivindicaron el derecho nacional a una respuesta sólida a los atacantes, como el único lenguaje que conoce Tel Aviv para emendar la plana.
“Las agresiones de los sionistas al país ponen de relieve que la naturaleza de este régimen consiste en las agresiones. Israel no hace caso a las condenas y solo entiende un lenguaje, que es la unidad y la Resistencia”, proclamaron las mismas fuentes.
Por su parte el movimiento Hizbolá confirmó que ninguna acción hostil del sionismo quedará sin la debida respuesta, y de hecho ha lanzado andanadas de misiles contra los intrusos en una muestra de poderío y firmeza que genera creciente preocupación en medios israelíes.
Así, un experto de Tel Aviv advirtió días atrás que “el movimiento libanés cuenta con un amplio arsenal de al menos 170 mil misiles no guiados de corto y largo alcance y cientos de drones, lo que sobrepasa la capacidad defensiva de Israel ante ataques con semejante técnica militar.
Ante tal escenario, han informado los mismos medios de prensa israelíes, “varios oficiales de alto rango han pedido a los funcionarios del gobierno que dejen de escalar las tensiones con Hizbolá y otros movimientos de Resistencia, puesto que, en caso de una guerra, ciudades como Tel Aviv y Haifa podrían enfrentar una verdadera lluvia de al menos 4 mil misiles por día.”
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