Yo soy el taita José Julián, viejo africano que alcanza la sabiduría de la esfera y resguardo la palabra de los ancestros... Abdala soy; soy nubio y cubano; negro, blanco y amarillo. Soy fulbe, yoruba, taíno. Tengo la voz de Anáhuac y la lluvia de Chac Mool. Viajo por la sierra espesa y la cresta de los pinos. Vengo de todas partes y hacia todas partes voy.
No me pongan en los bustos, que tantas lunas me dan frío; soy bueno, y muero, en el camino que viene del Sol. Vengo del universo y de mí mismo, y asciendo desde el dolor que hace posible el tránsito de minotauro a mariposa.
Este es el centro de mi esfera: El amor que edifica; tengo fe en el mejoramiento humano. No amo los residuos de las exclusiones. Yo amo a mi victimario y le pregunto por el hambre de amor; y aquel que llena la copa de veneno, llora y busca un puesto en la manigua. Yo creo en el genio de la moderación, acto amoroso de equilibrar islas, mundos, corazones, sin olvidar la cólera maravillosa para echar fuera a los mercaderes del templo.
En los montes, monte soy. Y pido permiso a Osain del monte que me sale al camino; el orisha no tiene padre, ni madre, nace de la tierra, es manco, cojo y tuerto, de una mano mutilada le brotan tres dedos, y tiene una pierna, la izquierda; una oreja es tan grande que el lóbulo casi le roza el hombro; la derecha es graciosa y pequeña, como una concha, y con ella percibe el sonido más distante y apagado; media nariz sana, media boca torcida; y su piel es rugosa como la corteza de un árbol… Así es el orisha cuando se hace visible. Pido permiso a Osain, para conocer el monte, y el dios me responde: ¡Márchate sin mirar atrás! - Osain – Ochachá – Queregüeye. Y ahora conozco el secreto; soy el santo yerbero:
Medicina, las yerbas y cortezas; la yamagua estanca la sangre; y la hoja de tomate o zarza con sebo, es buena para untarla sobre los nacidos; el culantro de Castilla, para el dolor de estómago, masca un grano y tome agua encima,- ¿remedios de la nube en los ojos? agua de sal - leche del ítamo, que le vuelve la vista a un gallo; -la hoja espinuda de la romerilla bien majada -una gota de sangre del primero que vio la nube. ¿Remedios para las úlceras?: la piedra amarilla del río Jojó, molida en polvo fino, el excremento blanco y pelado del perro, la miel del limón; el excremento, cernido, y malva.
En un rincón del rancho de yaguas, en un cocinazo, hiervo calderos: traigo café, ajengibre, cocimiento de hojas de guanábana. El caguairán, es el palo más fuerte de Cuba, el dagame que da la flor más fina, amada de la abeja… Artigas, al acostarnos pone grasa de puerco sin sal sobre una hoja de tomate, y me cubre la boca del nacido.
Me duele la ingle; la espalda, y el tobillo de viejas cadenas; pero voy ligero, como la luz; y siento en mí la paz de un niño. Mi revólver de guerra tiene todas las balas, no sale un disparo, mis manos limpias de sangre, y de odio, y de muerte, limpias. Cruzo el río; los Dos Ríos: adiós, y martirio.
- Consulte además: Martí es…
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