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domingo, 24 de noviembre de 2024

La escuela, los artistas y el eterno dilema

El ISA posee una historia como centro formador de creadores…

Mauricio Escuela Orozco en Exclusivo 24/04/2024
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ISA
Instituto Superior de Arte, ISA (Foto tomada de Flickr)

La formación de un artista es algo que resulta polémico ya que no depende de las cuestiones meramente académicas y de las asignaturas que se impartan en un determinado centro. Mucho se ha dicho sobre el sistema cubano de enseñanza y de las potencialidades que posee de cara a la implementación de una política cultural a nivel de país, pero no siempre son efectivos estos programas ni van en la línea de fomentar una vanguardia con pensamiento crítico.

 

El artista tiene que ser un outsider que no se interese por encajar ni por hacer una obra que se amolde a los cánones. En ese propio interés mayor de la creatividad van los ingredientes esenciales, no hay que cronometrar un paradigma ni cosificarlo.  Al contrario, hablamos de que en el transcurso de la historia de Cuba siempre hubo un grupo de personas situadas en lo mejor de la cultura y que brillaban con luz propia. Para ellos no se dio ninguna de las condiciones que luego fueron tan normales en una nación que apostaba por el espíritu.

 

El surgimiento del Instituto Superior de las Artes (ISA) fue un sueño hecho realidad en una capital que por décadas tuvo un movimiento autóctono de las diversas manifestaciones de la cultura y de la creación. Si antes no se dio ese centro de pensamiento fue porque las condiciones no estaban. En cambio, esta apertura vino a culminar una serie de avances en materia de lo que significa el cultivo de la belleza. ¿Cuánto de lo que hoy es ya una realidad constituida costó mucho dolor y esfuerzo?

 

Pero más allá de eso, la universidad de las artes no se erige como quintaesencia de la creación, sino que sabe darle paso al artista genuino que no requiere de las pautas de una academia y que nació con una sensibilidad que le permite andar. El ISA ha privilegiado lo que estaba oculto y vilipendiando, o sea aquellos sectores de la sociedad que por fatalismos de la vida no podían acceder a la gran cultura y de esa forma quedaban relegados en estancos que los entorpecían y acallaban.

 

Hay una esencia que mezcla lo que es de pueblo con lo que proviene de los altos estratos de la creatividad. En las aulas se ha fomentado el pensamiento crítico y se le ha llevado más allá incluso de lo usual. Sabemos que en el ISA la nación posee un pilar que no será crucial en la hechura de los artistas, pero sí en el fomento de un apego a las artes y de una defensa a ultranza de lo que somos.

 

No obstante, ¿qué hacer cuando el artista no requiere de esos canales y crece por su propia cuenta? La academia, si es orgánica, está para estudiar los procesos más complicados y darles una salida proporcionada a partir de los mecanismos reales de crecimiento de los creadores. O sea, que se trata de una forma que privilegia lo que es real y transparente por encima de las cuestiones superficiales de un diploma o de un determinado grado de cientificidad.

 

El ISA lo ha comprendido y así lo demuestra su lugar en el mundo de la formación de los artistas en el hemisferio y por eso goza de una excelente salud. Lo más perentorio ahora es sostener el mismo nivel de exigencia en unos momentos en los cuales el país carece de los recursos materiales. El arte requiere de inversiones y sin eso poco se puede adelantar. Por otro lado, sin la expresión bella y genuina del creador no se logra vertebrar el discurso de una nación que tiene que ahondar dentro de sí para hallar fuerzas existenciales.

 

Nada de lo que sea decretado va a determinar la existencia de un movimiento de artistas. Van Gogh no era sino un hombre con talento que dedicaba su tiempo con pasión a la pintura. Pero el aprendizaje de lo que es genial en el ser humano solo puede partir de un proceso de autodescubrimiento como el de los antiguos griegos, en el cual las personas van pariendo su verdadero ser. O sea que ya todo está contenido dentro de nosotros y solo hay que expresarlo a partir de una formación endógena del espíritu.

 

El ISA ha querido ver a sus alumnos de esta manera y por ello ha habido tantos graduados que poseen una obra de primer nivel, sin que la academia haya hecho mella en lo que ya eran a priori como creadores. Tanto en lo concerniente a las artes, como en las demás cuestiones de la vida, persiste un nivel de imperfección en el ser humano que lo hace atractivo en términos de formación profesional.

 

Y tal es el mecanismo que hay que accionar cuando se trata de artistas. Ese genio, ese demonio, son manifestaciones de que algo va más allá del simple acercamiento a las materias de un curso o las cuestiones formales que hacen que una universidad posea prestigio.

 

Hacer arte hoy en Cuba conlleva la responsabilidad de un proceso que no lo tiene todo garantizado. Hay una crisis material que sin dudas golpea lo que antes era un sistema integrado que comenzaba en las edades más tiernas y que sabía sacar frutos de los sectores más humildes de la población. Hoy se tiene el reto de seguir ofreciendo en Cuba un horizonte para la creación, aunque las oportunidades no sean igual de jugosas que antaño. El país tiene que retornar a las grandes eras en las cuales el ISA regenteaba procesos y los llevaba adelante con total éxito. Hoy el impacto de la escuela y de la formación de los artistas en la comunidad deviene en tarea cuesta arriba.


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Mauricio Escuela Orozco

Periodista de profesión, escritor por instinto, defensor de la cultura por vocación


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