Con una amplia trayectoria en el humor, Osvaldo Doimeadiós se ha consagrado como uno de los actores de mayor versatilidad, en dos monólogos que han hecho época en la escena cubana, Josefina la viajera y Santa Cecilia, de Abilio Estévez, en los cuales alcanzó transmutaciones delineadas con una fuerza expresiva que le permitieron adquirir personalidades contrastantes, entre las cuales logró total ruptura de los vasos comunicantes.
En la presente edición de la Temporada de Mayo Teatral, Doimeadiós estrena una obra del mencionado género, titulada Un jesuita de la literatura, en el teatro del edificio de arte cubano del Museo Nacional de Bellas Artes, en dos funciones iniciales, durante fin de semana.
Se trata de un montaje realizado por Carlos Díaz con Teatro El Público, como en las puestas precedentes, las cuales fueron galardonadas en el Festival de Teatro de Camagüey y con el Premio Villanueva de la sección de Crítica de la Asociación de Artistas Escénicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
—¿Qué piensas acerca de esta obra?
—Una joya, oculta durante años, que merecerá el reconocimiento de los espectadores, Es uno de los cuentos que, a la muerte de Virgilio, quedaron sin publicar y luego Antón Arrufat agrupó en un en el volumen Muecas para escribientes. Este libro vio la luz a finales de los 80, lo tuve en mis manos y no sé porqué, quizás por esa rara atracción que provoca un texto en una persona. Y pensé que de ahí podría surgir un espectáculo.
“Lo teatralicé y asumí la dirección de una puesta..en un acto. que protagonizó el actor Leonardo de Armas, la cual compitió en el Festival del Monólogo , tuvo mucha aceptación de público y de crítica y esta vez el comité organizador de este evento de la Casa de las Américas, me solicitó que retomara ese espectáculo”.
—¿Por qué te limitas ahora al trabajo actoral en esta obra que anteriormente dirigiste?
—Tras las experiencias anteriores de Josefina la viajera y Santa Cecilia, acepté con gusto protagonizar Un jesuita de la literatura, pero confié una vez más en Carlos Díaz, director de Teatro El Público, y hemos configurado una puesta donde aparecen el autor con su alter ego y creo que esa relación, ese nexo que se establece entre un actor y un autor, y todo el entorno que lo influencia se transforma en un diálogo entre un actor y su entorno, entre el creador y sus personajes, entre el creador y su obra.
“Al espectáculo le hemos ido incorporando poemas de Virgilio Piñera, algunos textos en prosa y hasta una carta inédita de su epistolario. O sea, el espectáculo es bien diferente al que yo había concebido en 1988 como director. Sabía que todo esto iba a ocurrir y por eso elegí a Carlos Díaz para que dirigiera este montaje”.
—¿Cuáles son los aspectos novedosos de esta puesta?
—Es algo más íntimo, más personal y también implica el propósito de estudiar más a fondo al autor. Es a la vez un espectáculo biográfico sobre la vida de Virgilio. Pretendemos que sea un espectáculo que motive y tenga atisbos de alguna manera o de manera parcial al trazar esbozos de lo que fue la vida y obra del poeta, narrador y dramaturgo, en el centenario de su natalicio”.
—¿Podrías resumir la intencionalidad de Carlos Díaz?, ¿qué ha hecho con este montaje?
—Pienso que ha trazado otras pautas, pero la que considero esencial fue perfilar un mapa más íntimo del autor y espero que esté presente en el espectáculo y todo lo que ese creador imagine de sí, para que el imaginario de Piñera aflore y viva en escena, que esperamos continúe próximamente en cartelera. Carlos le ha dado esa pauta a la escenificación y espero que funcione y logre la receptividad que anhelamos, para honrar la memoria de Virgilio Piñera”.
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