Existen muchas formas de arte. Cada una se afana en provocar sensaciones de todo tipo a los espectadores, pero también es alimento para el alma de quien lo practica. La danza y sus variantes, son un lenguaje en sí. Cuentan una historia que trasciende, que llena, que convierte a cualquiera en un mejor ser humano.

Así se va tejiendo el espectáculo que la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso dedicó al Día del Trabajador de la Cultura, el pasado domingo en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba. El espectáculo contó con las obras “Damisela Encantadora”, coreografía de la maestra Arianna Hernández Díaz; el estreno mundial de “M2 sin escuela”, del destacado maestro y coreógrafo francés, Jacques Marsa; “Pedro y el Lobo”, una coreografía de la maestra Adria Velázquez y para terminar "Majisimo" coreografía de Jorge García.

Allí están nuestros niños, nuestros jóvenes, los de todos. Es increíble su esfuerzo, pero también hay que dar alabanzas a sus familias por el sacrificio, a sus maestros por la dedicación. ¡Cuanta grandeza tiene el arte hecho en Cuba!. Cierto, habrá oscuridades que quizás quieran empañar estas líneas que solo buscan enaltecer lo que nos hace grandes como seres humanos. Pero son más los seres de luz y, a ellos, va esta historia. ¡Que lástima que solo tenga poco espacio para tantas fotos! Mientras, ven, quiero danzarte este poema, con un puñado de fotografías.

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