Un lugar tranquilo (+Trailer)

En El huevo de la serpiente (1977), de Ingmar Bergman, un científico hacía experimentos donde volvía loco a la gente con un sonido ininterrumpido. En cambio, en Un lugar tranquilo (2018) —A quiet place, su título original— el guionista y director John Krasinski prueba un terror mucho más sordo.

La cinta implica un ejercicio de estilo dentro del género: Su banda sonora la conforman susurros. Y precisamente por ello, Un lugar tranquilo da muchas, pero muchas ganas de gritar. Porque gritar es absolutamente prohibido en la película. Bajo pena de muerte.

La cinta recrea un mundo distópico, en el que apenas quedan seres humanos. Aquellos que han sobrevivido están sometidos por unos monstruos ciegos que matan a todo aquello que haga el menor ruido. Es en este contexto donde un matrimonio con tres hijos se las ha arreglado para sobrevivir en las afueras de la ciudad.

Nada como el encanto de la gestualidad del cine mudo para aumentar el terror de la película. Y nada como las actuaciones de Emily Blunt y de John Krasinski para ensanchar la tensión de la historia.

La primera escena de la película muestra a esta familia recogiendo frascos de un supermercado local. El supermercado está abandonado y ellos están en silencio. De hecho, hay una barrera silenciosa que atrapa todo el pueblo. La familia se habla por señas y emite cierta paz. Pero, tan solo tras los breves minutos del comienzo, el espectador se percata de que la paz en esta cinta no es un estado natural.

Más bien el estado natural es la pesadilla de personajes que viven todo el tiempo con miedo. Y ahí comienzan a llover las alegorías a la realidad más allá de la pantalla. El purgatorio permanente de los seres humanos en la Tierra: no decir lo que sentimos o pensamos.

Porque: La mayor distancia entre dos personas son las cosas que no se dicen.

Y: En momentos de terror, un susurro de afecto puede resonar con la fuerza del grito más estridente.

Conclusión: Lo más importante es amar. Pero hay que saber cómo hacerlo.

Hermosos conceptos que la cinta, aunque thriller correcto y sin grandes pretensiones de grandeza, se las arregla para introducir en medio de la intriga de la trama. Muy interesante la actuación de Millicent Simmonds, una actriz sorda de nacimiento cuyo papel le viene como anillo al dedo. Ella, junto con el matrimonio de actores —en la película y en la vida real— que conforman esta cinta, logra una empatía estupenda con el espectador. Empatía que deberían, sin duda, buscar todas las cintas de terror.

Un lugar tranquilo es un éxito que muestra cómo se pueden moldear los archiconocidos géneros y, silenciosamente, ha introducido a John Krasinski como director de cine de terror.

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