Todo lo que es terrible necesita de nuestro amor

Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, pero ¿es esa relación recíproca? ¿Es el hombre el mejor amigo del perro? ¿O acaso es otra de las múltiples relaciones de dominio que el ser humano mantiene con la naturaleza? El director húngaro Kornél Mundruczo plantea esta inquietud en White God, su sexta y mejor película, ganadora de la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes de 2014.

El argumento: Lili tiene 13 años y va a pasar unos días a casa de su padre, acompañada por Hagen, su perro. Pero, ante el rechazo del padre, Hagen acaba abandonado en la calle. Comienza una historia de una venganza bien atípica en la historia del cine: una donde los perros son protagonistas.

A pesar de colocar a los perros en un plano principal, el objeto primero de estudio en White God sigue siendo el hombre, de ahí que su título no sea White Dog (como muchos confunden). Precisamente con este título comienza la primera alegoría del director: un palíndromo de tres letras que mezcla la realidad fáctica con la representativa, entrando en una de las mayores metáforas de la cinta.

Hagen, visualmente, es el perro protagonista de White God, pero representa a cualquier minoría étnica, racial o de cualquier índole. Hay quien ve incluso una metáfora con la identidad misma del hombre, una identidad que abarca cualquiera de sus aspectos: el espiritual, el sexual, incluso la identidad de género.

Mundruczo juega también con un espejo en el que intenta reflejarnos, un reflejo crítico, de ahí que haga referencia a ese White god (Dios blanco), al hombre asentado en su supuesta y construida superioridad de identidad y género. Es por ello que Hagen representa esa pequeña parte de la sociedad que estalla, que busca un cambio inmediato y un mejor estilo de vida, alejado de esas perreras (físicas y metafóricas) que a muchos les son impuestas.

Aunque el tráiler de White god menciona que la película es de la línea de terror del clásico de Hitchcock, Los pájaros, en realidad entre ambas cintas hay una gran diferencia: Si en Los pájaros los animales atacaban sin razón, en White god, o En busca de Hagen, como es su título en Hispanoamérica, el ataque de los perros es por pura venganza contra los humanos.

White god, una aventura de hombre contra canes emocionalmente conmovedora y magistral desde el punto de vista técnico, que se convierte por su mensaje –a pesar de no ser una película de tesis- en una muy seductora propuesta de la cinematografía actual.

Todo lo que es terrible necesita nuestro amor, dice la cita del poeta Rainer María Rilke que da inicio a White god. Pero, ¿qué es lo terrible de esta película? ¿Los perros, que atacan a los seres humanos? ¿La discriminación, la desidia social? ¿O los propios seres humanos, con sus egoísmos y limitaciones? ¿Quiénes son los que necesitan amor?