Abre en un plano general en retrospectiva sobre un anfiteatro alistándose para el espectáculo de una sinfónica. Las personas entran y se acomodan. Todo preparado. Se acaban los ensayos. El director de orquesta ordena el comienzo con unos ligeros toques en la partitura y ¡Pam! Acción repentina. Ya nos tiene centrados, sorprendidos y preparados para lo que sería una película cargada de emociones en los primeros minutos. ¿Se extenderá por todo el filme?
Asaltan a golpe de violencia y tiros al escenario. Sufren los instrumentos musicales, la gente grita. La policía está a dos pasos de llegar. ¿Por qué sucede esto? nos preguntamos. Simplemente era un objetivo que más adelante el filme nos devela (entre que se rescata a un embajador tras una clave secreta perteneciente a una mayor organización y se devela la necesidad de encontrar un utensilio extraño de la misma creación de su director, lo que sería la clave de toda la historia; como si ya no estuviese demasiado complicado el inicio de la cosa).
Quien sería nuestro protagonista (John David Washington) aparece: orgulloso, altanero, impulsivo, clásica figura de acción. Sin embargo, algo raro hay, cuando se reparten insignias falsas. Se mezclan entre el grupo de policías que entran a boca de jarro al local. Es rescatado el individuo y tratan de escapar, ya con ambos propósitos cumplidos. Antes es imprescindible salvar a los inocentes, todo un héroe.
Aquí se vuelve a torcer la trama: el protagonista es atrapado en el acto de la falsificación, pero es salvado por un siniestro desconocido mientras ocurre una anomalía increíble. Entonces, son traicionados por los mismos que los trajeron (en este punto un signo de interrogación no es suficiente para expresar que demonios sucede con esta película). Viéndose a la estrella torturado por el conductor del vehículo que lo entró en escena (Andrew Howard). Con esto vuelve la clásica decisión sobre los hombros de una pastilla. Esta vez no hablamos de dos pastillas, azul y roja como en la Matrix (Los hermanos Wachowski), sería una moderna adaptación en plateado, que desdibuja la vida o la muerte.
Fotograma de presentación del título del filme TENET. (Imagen del autor)
Es salvado de la muerte, por supuesto, no sería adecuado matar al protagonista desde el “tenet”. Aunque en los menesteres de Quentin Tarantino (Pulp Fiction, Death Prouf, Reservoir Dog) sería impactante. Reconstruido el personaje física y emocionalmente es revelado el auténtico principio/propósito del filme, lo que desenredaría la historia. La esperada obsesión del artista.
Una vez más Christopher Nolan (Memento, Inception, Dunkirk) nos entrega un largometraje acerca de las utilidades del tiempo (un sublime ejemplar del estilo artesanal del director) con aseverada importancia y explicaciones científicas dirigidas para un público demasiado especializado inmerso dentro de una trama de acción tan enrevesada que corta la delgada línea entre la secuencia lógica y la perdición comprensible, una disonancia cognitiva.
El arte engaña a la gente. En un pensamiento detenido y sólido, es de esto de lo que estamos hablando. Un engaño donde a medida del descubrimiento en el recorrido del filme el propio protagonista va enmendando sus propios errores, cometidos con un retrofuturismo (es fácil equivocarse con lo que somos capaces de ver). Algo parecido al concepto tratado en Predestination (Los hermanos Spierig). Un héroe buscando encontrar un objetivo prioritario mientras él mismo es capaz de generar o degenerar las causas y obstáculos que lo lleven a conseguir esta meta. Se explota el fenómeno de la causa – efecto para no deteriorar las mismas secuencias, lo cual sería sencillo de decir, no obstante, en el punto visual de la creación de Nolan, nos llega a perder. Y así, se llega a perder el sentido de procedencia, una falla interesante no menos grave.
Una procedencia que siempre queda en duda hasta que al final (sin tratar de adelantaros nada) es el mismo protagonista quien ha formado todo el espectáculo desde el futuro, al pasado y al futuro de nuevo (Back to The Future - Robert Zemeckis, diría yo).
Fotograma del filme TENET. (Imagen del autor)
Esta película, adaptación del cine más comercial de Christopher Nolan, está inscrita en el uso de varias fórmulas básicas y atrayentes, algo usual en la forma del cinema hollywoodense. El empleo de subtramas para otorgarle explicación y desarrollo a la historia está justificado; dígase: el encuentro y descubrimiento del material científico para explorar el tiempo y sus variantes (un escondite en realidad bastante vago), la explicación de lo acontecido a la científica que género el aparato temporal, una gánster feminista escondida detrás de la figura de su marido debido a las influencias del mundo patriarcal en India (esta trama me fascinó), y así muchas más. Sin embargo, no nos desvirtuemos del argumento original del largo, lo que le da cabeza a este mejunje de inclusión, colores, acentos y matices.
La trama original es una magistral derivación de la historia: Chico conoce chica, chico se enamora de la chica y hace todo por ella. Esta vez nuestro protagonista como parte del trabajo encubierto que le encomiendan realizar conoce a la ex esposa (Elizabeth Debicki) del antagonista (Kenneth Branagh). Una mujer vulnerable (bueno, no tan vulnerable cuando tiene la fiereza de matar a su ex), quien se siente vapuleada por las amenazas y chantajes de su ex marido, otro personaje magnéticamente poderoso sobre la pantalla. El protagonista rápido realiza trabajos de seducción, encomendados igual, pero que a fin de cuentas disfruta y realiza tan sonoramente como los mismos besos que le profesa a ella en la mejilla.
Tan eficaz es está formula sobre la historia que gracias a una herida que le confieren a dicha mujer (para extraer información del protagonista, ya que era sabido sus claros sentimientos hacia dicho personaje, por supuesto) es que el papel masculino principal afronta la decisión de usar por fin los viajes en el tiempo/tiempo en reversa para intentar salvarla o curarla.
Aquí, entre una gran variedad de murumacas mal efectuadas de arte circense para hacer creer al espectador que está en una línea temporal invertida, es cuando nos devela el director que el protagonista era el maestro de orquesta de todos sus fallos y propios obstáculos para enmendar lo que sea que hizo mal desde el principio de Predestination (perdón, de Tenet). Murumacas que nos muestran desde el minuto cero para entender el proceder, aumentar la explicación y uso del tiempo al antojo otra vez de Nolan (mediante, me imagino yo, de la popular aplicación móvil del 2015, Reverse).
Esta ejecución falible de la trama es salvable desde la fenomenal entrega musical que nos realiza Ludwig Göransson, la cual entre perfectas melodías nos mantiene atrapados en el mundo ficticio que nos recrean.
Además, esto es logrado (y es algo digno de aplaudir) por la maestría fotográfica con que se realizó la película, desde la mano experta de Hoyte van Hoytema, quien ha colaborado con Nolan en varias de sus creaciones, como: Interstellar y Dunkirk. Una fotografía que capta la majestuosidad no solo de las escenas sino de los ambientes en que se desenvuelve la historia en cada secuencia. Fijando los momentos sin abstenerse de los territorios, sea una carretera en premeditados accidentes y vuelos de balas, un desierto en guerra entre diferentes y mismos bandos con diferencia temporal, un barco a mar abierto con un paisaje repleto de molinos.
Dentro del entramado de esta producción, es importante destacar que el poder actoral nos trae algo de potencia al argumento, donde la fuerza principal radica, a medios tonos, en la sección secundaria de actores. Un Robert Pattinson maduro, consciente del papel que desempeña, guía férrea del protagonista, aunque a veces nos desvirtúa con su acento, por momento inglés, por momento yanqui de New York (nadie es perfecto).
Un antagonista (Kenneth Branagh) que en realidad nos pone en alza y nos eriza con su maldad, su poder de chantaje y dominio. Un Branath líder de la operación, convencido de que su rol es solamente pasajero para lograr la gran meta: apoderarse del utensilio temporal y “lo que venga después”, actúa de acorde a este principio, lo que nos deriva una mente criminal suicida e intensa (y lo que ese estado conlleva, tanto mental como físicamente hablando).
Fotograma del filme TENET. (Imagen del autor)
En el desenlace, culminación necesaria sobre esta historia religiosa del principio y destino de las cosas, debería suceder la gran explicación conclusiva, el gran despertar. Tras una estrategia militar dividida en dos bandos (“the blue team and the red team”), que solo nos acrecienta la confusión, se disponen a buscar el último pedazo del material temporario. La única estrategia que no siguen al pie de la letra debido a que el protagonista como su guía decide improvisar.
Tiros por doquier, enemigos que no se saben quiénes son o qué hacen allí, luchando por qué; el protagonista corre hacia el lugar pautado y se resuelve el conflicto mediante la magia del cine y un guion adaptado con ese objetivo. Se reparten en pedazos nuevamente el utensilio que tardaron más de un mes, estreses, varias heridas, chin ups en el barco, todo ellos resumido en dos horas y media en armar, tras varias amenazas divertidas que conducen a un final feliz y amigable. Cada cual para su lado. El sacrificio de Neil (el pepe grillo del protagonista, Robert Pattinson), símbolo de calma después de la tormenta, es para sugerirnos que todo acabo, que sin embargo es el comienzo del final en realidad. Tendríamos que preguntarnos: ¿Eso es todo? ¿Qué sucede con la coprotagonista?
El cierre está sugerido de forma que la fórmula argumental no pierda sentido. No se puede perder el final feliz. Todos los personajes quedan con sus nuevos objetivos, salvaguardados en su propio ambiente. Con el ciclo al borde de reiniciarse, ya que esta batalla empieza en un futuro inmediato con repercusiones en el pasado. Kat (Elizabeth Debicki) restaura sus lazos con su hijo, la fuente de chantajes de su marido asesinado por su mano mortal, no tan vulnerable; también, que la protección del protagonista siempre la ampara, siempre se encontrará cerca para salvarla con su imponente figura de héroe, su presencia que dictaminará esta vez el comienzo de la historia según él lo prescriba.
Tenet es una cautelosa historia de acción que nos amplía el espectro sobre nuestro uso del tiempo. ¿Por qué no sería recomendable? Es provechoso ver el recorrido que nos desmiga su director en poco más de dos horas. Sus detalles y acción son increíbles, tiene fallos, pero como ya mencioné: - No todo puede ser perfecto en esta vida – es lo que nos demuestra el largometraje ¿no?
Una petición de este casto servidor, ¿alguien me puede decir cómo se llama el protagonista, quien prefiere guardar el misterio?
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