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domingo, 24 de noviembre de 2024

Quién dijo que madurar era obligado

La última película del griego Panos H. Koutras, Cuestión de actitud, centra su valía en la riqueza de sus personajes...

Diany Castaños González
en Exclusivo 03/11/2015
3 comentarios

El primer sonido en Cuestión de actitud son jadeos; la primera imagen, el pubis plano de un joven al que le van a hacer una felación. Cuando la cámara, desenfada, sube, descubrimos a un adolescente de pelo teñido que chupa un caramelo con descuido y se preocupa por su conejo más que por la persona que tiene delante… o más bien, debajo.

Si bien hay mucho erotismo y debate sobre homofobia, roles de género y sexualidad en Cuestión de actitud, a menudo parece tanta profundidad de conceptos más bien un decorado de fondo que auténtica dramaturgia. Mucho más interesantes en la cinta son sus personajes, que alcanzan una convicción y una singular perspectiva tan severa que marcan —desde ya— el acervo cultural del cine mundial… Nuevo aporte de Grecia a la cultural universal.

La última película de Panos H. Koutras, considerado “el Almodóvar de Grecia”, trata temas de índole humano con naturalidad y cordialidad, y muestra como trasfondo el enramado social y político de una Grecia actual, muy ajena a las tragedias y las ruinas que la han hecho famosa en el mundo.

Para muchos países, y por mucho tiempo, Grecia ha sido paradigma y arquetipo, pero para Koutras, y ahora para todos los espectadores de Cuestión de actitud, es una amalgama de sinsabores contemporáneos, un pedacito más de un mundo inhóspito, contradictorio y sinsentido, en el que cada cual busca, lo mejor que puede, su sitio.

Cuando un niño nace en Grecia no tiene derecho a la nacionalidad si su padre no es griego. La nacionalidad allí no se adquiere por nacimiento sino por herencia, como si de una sociedad feudal se tratara. Cuestión de actitud cuenta la historia de Dany y Oddyseas, dos hermanos albaneses de padre griego que buscan a su padre para pedirle que los reconozca como hijos y así evitar ser deportados de Grecia.

“Somos extranjeros en todas partes, pero en todas partes tenemos un hogar”, dicen con optimismo los hermanos, estos medio albaneses-aspirantes a legales griegos, que tienen tantas trabas burocráticas como resolución, vitalidad y energía.

La chispeante pareja protagonista, que encandila, sorprende e invita, inesperadamente, a su sana y divertida compañía, a pesar del barullo de rompecabezas, la desfachatez no planificada y el lío montado a cada fotograma, es uno de los principales logros del filme.

El otro es la absoluta libertad narrativa de Cuestión de actitud. Con una Grecia a punto del colapso como telón de fondo, Koutras se permite idear un mundo onírico, tan centrado en la subjetividad de Dany, el hermano menor, que muchas veces el espectador no sabe qué tanto de lo que se muestra es real —pacto dramatúrgico de por medio, claro— y qué parte es el mundo de fantasías, desilusiones y pataletas del protagonista.

La película se fabrica con un hilo argumental que propone tres miradas distintas, complementadas orgánicamente entre sí: primero, la subjetividad e introspección de la pareja protagonista; después, la enajenación a un universo paralelo mágico en el que suenan todo el rato canciones de Patty Pravo como mecanismo de defensa ante el mundo inhóspito que rodea a la adolescencia; por último, un recorrido descarnado por las secuelas sociales y psicológicas de un país que vive en crisis.

Cuestión de actitud cuenta una historia que cambia de tono constantemente, que pasa del melodrama al thriller con la misma facilidad con que recorre los caminos de una road movie o los de una comedia musical, de la crónica social a una película fantástica. Sin embargo, contrario a lo que pudiera pensarse, la cinta sale ilesa de su ambición: a pesar de sus muchos temas y sus muchos tonos conserva un frescor y una pureza que conmueve, sobre todo por la verdad que hay en la desolación de esos chavales, enfrentados solos ante el mundo.

Aun enmarcada en Grecia, Cuestión de actitud muestra personajes muy interesantes, que tienen conflictos universales. Personajes con una necesidad imperiosa de dulce, azúcar y golosinas para cubrir la amargura, acidez y sequedad de una realidad dura a la que es necesario sobrevivir.

Personajes divergentes, peculiares y extraños, que tratan temas sensibles y peliagudos, como la desestructura familiar, la valentía de la homosexualidad, la incertidumbre del extranjero…; con la tranquilidad e insignificancia de quien ha nacido entre ellos, sin llanto ni apenas esfuerzo.  

Personajes que se niegan a madurar porque duele mucho abrir los ojos al mundo, o porque quizás no saben cómo hacerlo y, mientras tanto, tararean canciones en italiano y sacrifican en un impulso elocuente a su conejo de peluche, tratando de lidiar lo mejor que pueden con el mundo en el que viven.

Lo que hace imperecedera a Cuestión de actitud es que esos personajes se nos antojan, de tan extravagantes y convincentes, personas.


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Diany Castaños González

A aquella muchacha le gustaba acostarse soñando imposibles, hasta que despertó una mañana segura que, durante la noche, había dormido apoyando su cabeza sobre el ombligo de Adán.

Se han publicado 3 comentarios


Aram Joao Mestre León
 5/6/18 9:01

Pude ver este filme el sábado, se llama Xenia, según tu descripción los dos hermanos son iguales, pero en realidad el mayor es el más responsable y sensato y el menor es el que vive en una burbuja y es más impulsivo. Me gustó la película aunque me molestó un poco la idiotez del menor al ir a la casa del supuesto padre con un arma de fuego.

Almir Ulises Mestre León
 1/2/18 10:10

Me interesó mucho la película, intentaré conseguirla por cualquier vía.

Alicia
 3/11/15 12:07

Cuando tendremos la oportunidad de disfrutar esta propuesta griega, ya Hollywood tiene gastados sus patrones, hay que respirar otros aires.

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