Este 10 de octubre —fecha que tanto recordamos por el inicio de las luchas independentistas en el país durante aquella lejana época de 1868— comenzó la Jornada por la Cultura Cubana, y llena de felicidad decir que uno de los primeros pasos de esta fue la reapertura de las salas de cine en La Habana.
Desde ese día volvió el cine, como tradicionalmente se concibe, para alegrarnos la vida a través de la gran pantalla, y su regreso no fue con cualquier cosa, sino con una selección especial, recordando clásicos y éxitos del cine cubano.
La programación cinematográfica quedó conformada de manera tal que con ella se rinde homenaje al personaje de Elpidio Valdés, a su creador Juan Padrón y a los 60 años de Animados ICAIC y de la Cinemateca de Cuba. Así comenzó el desfile de proyecciones en los cines Yara, Riviera, La Rampa, 23 y 12, Acapulco y Multicine Infanta, quitando de esta lista al Chaplin, que se encuentra en una reparación general.
Entonces, la cartelera de las salas está compuesta por joyas como Las doce sillas (Tomás Gutiérrez Alea, 1962), el documental Más vale tarde que nunca (Enrique Colina, 1986), Lucía (Humberto Solás, 1968) y Elpidio Valdés (Juan Padrón, 1980).
Por otro lado, El Benny (Jorge Luis Sánchez, 2006), el documental Luneta número 1 (Rebeca Chávez, 2012), Inocencia (Alejandro Gil, 2018), Sergio y Serguei (Ernesto Daranas, 2017), Insumisas (Fernando Pérez y Laura Cazador, 2018) y Nido de mantis (Arturo Sotto, 2018), llegan para recordarnos que el cine cubano contemporáneo tiene también sus potencialidades.
Como toca adaptarse a nuevos códigos de vida para sobrellevar la pandemia y protegernos ante el contagio de la COVID-19, las salas de proyección incluyeron medidas sanitarias para poder adaptarse a la realidad epidemiológica, por tanto, si eres un fan de la gran pantalla (como imagino que seas porque estás aquí leyéndome) preocupado por tu salud, debes saber que a partir de ahora existirá distanciamiento entre los espectadores y un límite de asistentes en cada función, así como una sola función diaria.
Junto a la noticia del regreso a las salas de cine, llegó la reapertura de la Cinemateca, que interrumpió, debido a la COVID-19, los ciclos conmemorativos por su sexagésimo aniversario. La misma hizo su aporte a la Jornada por la Cultura Cubana con el estreno del largometraje de animación Mafalda, una coproducción de España y el ICAIC, realizada por Juan Padrón a partir del tan conocido personaje concebido por Joaquín Lavado (Quino), ambos grandes de los que lamentamos su pérdida en este fatídico 2020.
EL CINE NUESTRO
Dentro de la cultura cubana, el cine, si me preguntan, ha tenido un papel fundamental. Antes del triunfo de la Revolución, existieron decenas de producciones, mientras que después del 1 de enero de 1959, con la creación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfico (ICAIC), comenzó la llamada “época de oro” del cine cubano.
No pretendo hacer un recorrido histórico por los altos y bajos de la gran pantalla en el país, estoy lejos de ser una historiadora, más adelante traeré a Ojos que miran a investigadores y personalidades que nos ayuden en ese sentido. Sin embargo, sí quiero, como cubana y amante de la cultura que soy, resaltar la relevancia que tiene este cine nuestro.
Acostumbramos a preocuparnos por el acontecer internacional en cuanto a la industria cinematográfica se refiere: Hollywood, Bollywood, lo que trae el cine asiático, algunas producciones independientes, los festivales, los Oscar. Eso está bien, el universo audiovisual es muy rico a nivel mundial y las superproducciones enganchan a cualquiera, pero debemos girar el catalejo y enfocarnos, aunque sea de vez en cuando, en lo que tenemos.
Carecemos de grandes centros comerciales con modernas salas de cine, de igual forma, experiencias como el 3D aún no fluyen como quisiéramos, y se ha dejado a merced del olvido y el derrumbe cientos de cines en el país pero, a modo general, ya sea copiado por el paquete semanal, el público cubano es un gran consumidor del séptimo arte, y sobre todo de las producciones nacionales.
Si buscamos en la historia y miramos hacia atrás damos con Tomás Gutiérrez Alea, Humberto Solás, Julio García Espinosa, Enrique Pineda Barnet y Pastor Vega, algunos de esos directores que dejaron para siempre su huella en la gran pantalla cubana. La fama atronadora de varias de las obras que nos legaron es más que merecida ¿quién no sabe que Memorias del subdesarrollo; Lucía; Las aventuras de Juan Quinquín; y Fresa y Chocolate; son tesoros nacionales?
Pero si no queremos quedarnos tanto en el pasado, recordemos que tenemos a un Gerardo Chijona, a Ernesto Daranas, a Lester Hamlet, a Arturo Sotto, a Juan Carlos Tabío y a Fernando Pérez, que hacen del cine contemporáneo cubano objetivo también de análisis y reconocimiento.
Te preguntarás ¿y las mujeres? Pues son las menos mencionadas, pero existen, y durante años han batallado para trabajar, y hacernos llegar su quehacer, su forma de ver e interpretar la realidad, y de contar las historias. La lista: Teresa Ordoqui (primera en dirigir sola un largometraje íntegramente), Ana Rodríguez, Mayra Segura, Mayra Villasis, Marisol Trujillo, Belkis Vega, Rebeca Chávez, Lissette Vila, Patricia Ramos, Heidi Hassan… sí tenemos mujeres que igualmente dejan huellas dentro de la historia del cine cubano.
Recuerdo que en la pasada edición de la Feria Internacional del Libro de la Habana se realizó el panel “Literatura de género. Del libro al cine”, donde, entre otras, participaron las realizadoras audiovisuales Magda González (¿Por qué lloran mis amigas?, 2017) y Marilyn Solaya (En busca de un espacio, 2019; Vestido de novia, 2014; En el cuerpo equivocado, 2010).
Ambas contaron cómo se dificulta la realización de películas y audiovisuales en cuanto a financiamiento, porque se otorga menor apoyo financiero a las mujeres en ese sentido. Igualmente, Solaya consideró que existen muchas confusiones en todos los sectores en cuanto a igualdad de género y equidad, además, expresó que cuando se revisa el cine cubano, la mayoría son historias contadas por hombres, y que se le debe la presencia de la mujer desde otras miradas, también dentro de roles en el cine que van más allá de la dirección.
Concluyo, que me he extendido un poco. Tenemos el Decreto Ley 373/2019 del Creador Audiovisual y Cinematográfico Independiente, y las dos convocatorias del Fondo de Fomento del Cine Cubano, que buscan impulsar la creación de este arte. Igual, y sin querer caer en conflictos de género, contamos con directores y directoras de audiovisuales que se esfuerzan constantemente por llevar a la audiencia del país lo mejor que sus habilidades permiten crear, algunas veces funciona, otras no, pero sigue siendo cine de producción nacional. Amémoslo, es nuestro.
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