Shoot to Marry (2020) es un filme catalogado como película documental. Las expresiones y técnicas de su protagonista y director, Steve Markle (Testees, Camp Hollywood) nos guía concisamente a su meta: encontrar desesperadamente su media naranja después de ser abandonado por lo que él creía que era su media naranja (no es tan complicado). Entonces, aquí es donde el largometraje se nos convierte en una comedia romántica muy peculiar. Una película intensamente real, graciosa y sutilmente aclaradora.
El documental está narrado desde una perspectiva definitoria de un proceso, creando un vórtice alrededor de las mujeres: lo que pueden llegar a pensar, su forma de actuar y las maneras que observan y cómo llevan una relación con los hombres, si llegasen a tener alguna. Esta perspectiva refleja la construcción de un proceso interesante, complementando una idea central sobre el amor y las relaciones a partir del punto de vista particular del protagonista que nos recrea la investigación-película junto a las mujeres y situaciones a las que se enfrenta. El director, al margen de confundir, desentraña su búsqueda incesante de estabilidad mientras conoce a diferentes mujeres “interesantes”, de diferentes lugares y características indivisibles (que pueden llegar a ser clasificadas como estigmatismos sociales). No está enfocado en revelarnos un universo alterno, en la claridad de su realidad reside el poder de este filme. El director muestra su meta devenida de una subyugante causa, y de aquí el efecto expresado en no más de 90 minutos.
El autor de esta obra recrea su necesidad fantasiosa por medio de las opiniones y hechos reales que lo rodean. ¿A qué me refiero? Su conducta se ve imperantemente ligada a las formas y expresiones que utiliza él mismo para aproximarse a las féminas, teniendo en cuenta las respuestas a sus cuestionarios y el desarrollo plausible de la conversación, donde los testimonios argumentan por si solos el caso. No solo vemos un experimento social indicado a conocer la forma en que interactúan y, por así decirlo, interactúan las mujeres con respecto a escenarios sentimentales y sexuales, también comprendemos que “esto” forma parte de una estrategia de ligue del mismo director (que al final le funciona de una forma sencilla no menos distintivo con ciertos tintes de incertidumbre). Increíble.
Asimismo, el material atestigua las nuevas tendencias que imperan en el mundo dentro de diferentes esferas, artísticas, independientes, profesionales y románticas. Algunas excéntricas, abiertas y absorbentes, otras más tímidas no menos poderosas.
Fotograma de la película Shoot to Marry (Cortesía del autor)
En el círculo que esboza los límites de la situación estructural y orgánica del documental, directa e indirectamente, el artesano de esta obra nos bombardea con cuestiones existenciales naturales para una persona en su condición (sin ser discriminativo). El amor se ve como algo tan artificial y básico que supedita el sentimentalismo y la hipersensibilidad a un segundo plano. No es material del documental enseñarnos “muestras de cariño”, sino las formas cómo se manejan o se podrían manejar dependiendo de dicha causa y efecto en la que el protagonista se ve envuelto, amén de que el amor (así como lo describe este humilde crítico) es el eje de esta maquinaria junto a una indefinida capacidad de selección. Con esto, se convierte en un largometraje destacable y fresco para sentarnos a meditar un rato (tal vez aprendamos par de cosillas importantes, o no).
Su condición de: post-ruptura, soltería a los cuarenta, desesperación y necesidad de estabilidad, lo lleva a un desesperado intento de conocer, comprender el cómo, por qué y quién sería la persona idónea para formar una vida de pareja; apresurado, además, por la ideología social de que debería está casado a esa edad, más bien, en palabras de su propio autor: “Debería estar casado por segunda vez con el verdadero amor de mi vida”. Sí, quizás, resalten también varios estereotipos icónicos y psicosociales por los fotogramas del largo, parte de su armazón conceptual.
La película se complica en su evolución mientras se adentra en los modos de actuar y pensar de las mujeres, en el amplio espectro mental de las mujeres; aseverando lo ya dicho y analizado por el maestro Sigmund Freud con respecto a ellas en el plano psicoanalítico (dentro del gran mito: “¿Qué pensaran las mujeres?”). Esos testimonios, que el autor se empeña en convertirlos más allá de su evidencia documental en falsas esperanzas, lo llevan a confusiones profesionales e internas. Saltar de mujer en mujer, clasificadas por una tipología diferente (sin ánimos de ofender) lo lleva a indagar y así mostrar una perspectiva alejada de su hábitat natural. Tal vez esa sería la búsqueda que él como creador y amante precisaba. Legando así un eje muy personal de los objetivos traídos a acotación por el documental (a fin de cuentas, es una carrera por encontrar su media naranja y de esta casarse. Lo que él no sabía es que la felicidad es la manera de viajar, no el destino).
La búsqueda de un exotismo entre las mujeres como retrospectiva inversa de su propia normalidad, la soledad que lo acoge, de la tristeza, de su banalidad como persona (tratándose del personaje protagónico) no está solamente enfocado en la compañía, en conocer las formas y abstracciones de las damas que entrevista, sino también en la capacidad que tienen estas mujeres de hacerle conocerse a sí mismo. Un experimento tan real y audaz que sucumbe sobre la personalidad de su artesano y, de antemano, del espectador. Este diálogo íntimo y específico que nos desarrolla el filme nos canaliza un amor natural, en sus diferentes vertientes, incluso, un amor tan visceral como un crimen, quizás no perfecto; donde cabe todo: el sexo, las experiencias, la negatividad, la pereza y hasta la misma depresión. Esta mencionada naturalidad se presencia desde la misma capacidad y espontaneidad con que se expresan las diversas mujeres que el director tiene el atrevimiento de “visitar” o asaltar de imprevisto. Con ellas se completa la imagen del amor, la compañía y esa pequeña atención que a veces como seres humanos requerimos. Ellas son como él, no frágiles y descuidadas, sus aspectos van un poco más profundos de lo que podemos ver, su búsqueda es similar y su necesidad de conocer es tan impresionante como la de Steve Markle. Nadie es igual a nadie, y nadie es perfecto.
Fotograma de la película Shoot to Marry (Cortesía del autor)
Shoot to Marry está diseñado para que un cúmulo de hechos planificados en encuentros y paseos desarrollen todos los objetivos y metas que se propone, de principio a fin. Aunque por un momento reine la confusión y no se sepa exactamente a dónde se dirige. Tanto es así que hasta su propio director se lo cuestiona en un bucle mental, sentimental y profesional. Sin embargo, dentro de los trastabillazos de sus falsas esperanzas y desconciertos logra desentrañar la esencia del amor humano en la actualidad a golpe de aventuras, acontecimiento digno de aplaudir.
En un aspecto más formal, es de destacar la estética con que está construido el material cinematográfico. La estética de sus imágenes está diseñada para reflejar sutil y minuciosamente las emociones que invaden a su creador y el mundo que lo rodea; algo que se subordina además a los mismos rasgos cognitivos y las experiencias que ya ha tenido o tiene en el momento del rodaje; escritas desde un margen cómico-dramático. También estas respetan las temporalidades que transcurren en el metraje, un vestigio directo del arte de la edición. De esta forma se equilibran las potencias de la belleza, la cognición y el sentimiento (tratando de no arrojar demasiada azúcar al asunto).
El documental cierra con la misma tensión e inseguridad con la que empezó. Una casualidad al margen de la indecisión pasada. En el justo momento en que el protagonista concluye rendirse le llega un mensaje que le aclara todo: el documental, el impreciso final, y más importante aún, la media naranja. Una persona, su actual esposa, que amén de sus defectos (claros y declarados en el documental) se acopla a las formas de Markle, porque así somos los seres humanos, tenemos una gran habilidad de adaptación, hasta para el amor. No obstante, en este final, suceden las moralejas más puras que nos podría dejar cada uno de estos testimonios: La búsqueda de la estabilidad se construye no se persigue saltando. Es bueno conocer personas, nuevos universos, pero la estabilidad emocional, sentimental, inclusive material, se construye desde los cimientos en el momento en que las situaciones y las personas llegan a nuestras vidas, a veces sin saber si es la indicada, a veces viviendo dentro de un mar de dudas. El que no se arriesga no gana. Y estáticos no podemos vivir. No cuesta nada intentar entonces.
Lo interesante de Shoot to Marry está dado por las declaraciones directas hacía la contemporaneidad con que se trata el amor en estos días. Por lo demás, es una obra que podríamos ver y disfrutar como una película de domingo en casa.
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