En 1968 había un profesor de la asignatura Técnica Periodística: Evelio Tellería, que al decir su segundo apellido (Toca), aclaraba que era tocaba porque por su avanzada edad ya no podía ni tocar
Contó una historia de sus comienzos en la profesión, pero por el paso de los años, es imposible recordar si dijo algo que le sucedió, o estaba relatando lo ocurrido a otro colega.
Pudo haber sido en los años 40 del siglo pasado cuando en la redacción de una emisora habanera se enteran de la muerte de una persona al caer desde lo alto de una edificación.
Al entregar la nota que le ordenaron escribir, se la devolvieron con una reprimenda por informar lo mismo que todos decían en la calle, y al no saber qué hacer, el editor la elaboró él mismo.
Mientras el jefe entregaba al locutor el material referido a una supuesta situación sentimental porque había tenido una discusión con su esposa, a quien calificaba de ser infiel, urgía al periodista a que fuera a investigar.
Hay que dar el palo periodístico, decía el jefe de la planta radial en la jerga del sector para aludir a emitir la noticia antes que los demás medios de prensa.
Y en el sermón para que aprendiera, le enfatizaba que si no aumentaban o perdían oyentes, irían desapareciendo quienes los patrocinaran o les pagarán por anuncios publicitarios.
Cuando el imberbe periodista llegó al lugar de los hechos se encontró con que todas las versiones mencionaban a una esposa infiel.
Ahí no concluyó la historia, sino que cuando acudió a las fuentes policiales, también le dijeron que estaban tratando de localizar a la esposa del muerto, y que no la habían podido encontrar para investigar si le era infiel al marido.
En esa época era imposible ganarle en rapidez a la radio, pero en los tiempos actuales aparecieron en Internet las redes sociales que aventajan a todas las tecnologías anteriores dedicadas a la información y la comunicación.
Los estudiosos de la materia en el siglo XX no pudieron implementar algo capaz de controlar la emisión vertiginosa de mentiras y tergiversaciones, y a los actuales los notamos en una afanosa búsqueda.
Por cierto, opté por el silencio cuando hace unos días alguien me dijo que en Cuba somos muy lentos para informar y que todo se enreda por la lentitud y que lo mejor es adelantarse porque el que da primero da dos veces.
La próxima vez que lo vea, le preguntaré cómo podríamos anticiparnos y saber cuál será la próxima falsa noticia que emitirá el adversario. Prometo volver sobre el tema si el susodicho me ofrece una explicación coherente.
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